🐰 Treinta y dos🐣

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Tras una larga charla reflexiva sobre la vida, Jungkook se sintió más ligero, no mencionó nada de lo que había pasado, pero se sintió mejor luego de tener un hombro donde llorar después de cargar tanto.

Al menos fue así hasta que el tiempo acabó con la llegada del jefe a la habitación en busca de algo, y cuando vio que su nuevo empleado estaba en el cuarto, limpiándose las lágrimas de sus mejillas, lo corrió de inmediato diciendo que pronto sería hora de trabajar.

Jungkook no se quejó, solo se despidió de Jin y fue a la habitación que le correspondía mirándose en el espejo largo frente a su cama, aún tenía sus ojos un poco hinchados, pero ya pronto sería hora de regresar al trabajo así que no podía pensar más en eso.

No tenía los mejores humores del mundo, pero ya había firmado para obtener el trabajo, tenía su propia habitación, baño propio, alguien que se preocupaba por su bienestar, y le regalaban bebidas alcohólicas (o bueno, le descontaban mínimamente de su sueldo) con solo bajar y entretener hombres ¿Que podía ser mejor que todo esto?

No quería saber la respuesta.

Su nueva maya estaba sobre su cama a la espera de ser ocupada, se debatió unos segundos hasta tomarla entre sus manos, quería dejar de pensar un poco más.

Se quitó sus prendas prestadas e intentó colocarse su vestimenta.

- ¿Cómo fue que me la puse ayer? -gruñó luchando con la maya para que entrara en su cuerpo.

Cuando se la pudo poner junto a las medias largas negras hasta sus rodillas se observó en el espejo otra vez. Le hacía falta una fina capa de maquillaje para tapar sus ojeras, un labial humectante para sus labios resecos y un poco de ánimos para aguantar la larga noche.

Deseaba tener a JiMin en sus brazos, darle un abrazo, el pequeñín siempre le daba los ánimos que ahora necesitaba.

- Tengo que ocultar mi espalda... -dice vagamente para tratar de pensar en otra cosa. Peina su cabello con su mano y se pone a buscar por la habitación maquillaje o algo para tapar su espalda maltratada.

Cuando abre uno de los cajones de la repisa al lado de su cama vio un montón de maquillaje bien acomodado en organizadores de plástico, desde labiales yendo del bordó hasta el negro, incluso morado, hasta sombra de ojos, iluminadores, rubores claros u oscuros y ni hablar de las (casi) 20 brochas de diferente tamaño que lo dejaron anonadado.

- ¿Esto le perteneció a una chica antes? -murmura tomando solo un corrector de ojeras y un rubor de su tono ayudándose con el espejito de una paleta de sombras.

Y por último un labial nude humectante en sus labios resecos, antes acostumbraba a sombrearse un poco los ojos, pero esa noche no tenía ánimos de lucirse ni destacar. Quizás solo tomaría un trago hasta que se le acercase alguien, pero no quería buscar una víctima como anoche.

Su culo aún le podía un poco de descanso.

Va hacía su nueva cama, tomando aquella camiseta de cuero que le regaló o se la quitó a un cliente anoche. Su color combinaba con su vestimenta, sin embargo, era tan grande que no dejaría que su cuerpo se exhibiera como los demás. Así que hizo un ligero puchero intentando ocupar su cabeza dañada para pensar en algo.

No se la devolvería a su dueño, claro estaba. (aunque tampoco recordaba de quien era)

- ¡Ya! -y la idea vino de inmediato.

Fue hacia el baño buscando algún objeto afilado, encontrándose con una tijera para cortar cabello sobre el lavabo, la tomó y comenzó a cortar la camisa de cuero con un tanto de dificultad.

Todo por él [Yugkook]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora