🐰 Treinta y cinco 🐣

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Cuando la mañana llega, Jungkook toma su cabeza entre sus manos recobrando la consciencia y siente ganas de llorar otra vez por lo tonto que se siente. Los recuerdos aparecen poco a poco, sentado en una cama que no era suya mientras le ayudan a a quitarse lo incomodo del uniforme, llorando sobre unos hombros anchos, negándose a hacer su trabajo luego, poniéndose terco como cuando era un niño que no aceptaba un no como respuesta, y después el sabor del vómito en su garganta hasta que se desmayó. 

Recuerda muy bien el cómo había comenzado a llorar ante unos toques para nada dulces en su cuerpo. Se supone que ese era su trabajo, atender al cliente hasta llevarlo a la cama o satisfacer sus necesidades, piensa ahora que solo dramatizó cuando esas grandes manos se pasearon por su piel desnuda.

Sufrió un ataque de pánico ante nada, pero en cierto punto estaba agradecido que Jin haya sido el que lo ayudó a salir de las garras de aquel depredador ansioso de él.

Segundo día en el prostíbulo y se sentía tan avergonzado, como si hubiera sido su primera vez ante alguien.

Se permite conectar con sus emociones y se siente mal por dejar que estas afectarán a los demás, sobre todo a Seokjin que no tenía que estar a su lado escuchándolo llorar tan patéticamente o limpiar el desastre que hizo luego.

Lloró de nuevo, todavía se cuestiona por qué lo había hecho. Porqué se dejó ver vulnerable ante alguien más.

Quizás la presión de tantas cosas lo había puesto como un bebé, tal vez su cuerpo le estaba exigiendo un descanso, o quizás aun mantenía cierta tristeza que no pudo liberar del todo con lo ocurrido con su pequeño, algo no le terminaba de cerrar.

El sonido de su respiración al inhalar y exhalar le hace saber que aún sigue vivo, pero se siente terrible, desconcertado. Sus oídos aun pitan, su estómago está revuelto, pero ya ha vomitado lo suficiente ayer para saber que no tiene nada de comida dentro, y mientras trata de calmarse para tratar de no reaccionar como ayer parece no resultar.

Y entra en un ataque de pánico otra vez, abrazando sus rodillas en sollozos ahogados como si esta parte de su cuerpo le fuera entregar el consuelo adecuado.

Quería a JiMin, quería sus brazos otra vez enrollando su cuerpo diciéndole lo mucho que lo quería.

Su cuerpo se mueve antes que él, se sienta con sus pies colgando en la cama, reprime sus sollozos y para tratar de distraerse ve que ya no se encuentra en la habitación de su jefe Seokjin, sino en un automóvil en el asiento de atrás.

Colores claros por el asiento, y por fuera el auto había un clima cálido, el sol daba en su rostro por la ventanilla, se sintió bien. Sus piecitos ahora parecían de un niño pequeño, con aquellos zapatitos que su madre le había escogido antes de salir de paseo al parque. Eran de un amarillos suave le resultaba tiernos, con una figurita de león a los costados. Observó al frente, en los asientos de adelante.

Eran las figuras de sus padres.

- ¿Son ustedes? -cuestionó acercando su mano con timidez a las dos siluetas que estaban sentada en frente suyo sintiendo su respiración acelerada.

El cabello negro y muy bien cuidado de su padre, además de corto y con partes en calvicie que demostraba su mayoría de edad, ni siquiera tenía canas aún.

Su madre, cabello castaño claro, que le recuerda al bellísimo pelo de su pequeño JiMin, la misma tonalidad, bien cuidado, planchado y arreglado tendido a un costado de su nuca cayendo por uno de sus hombros.

Miró hacia el frente, los adultos conversaban de un tema x, pero Jungkook se sentía lejano a él, no podía oír nada más que cuchicheos inentendibles.

Todo por él [Yugkook]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora