꒰ it feels so good ꒱ 𝘩𝘺𝘶𝘯𝘭𝘪𝘹 ♡

♖. d i e z

Poco después de las ocho, ambos chicos estaban ya en casa. Uno se duchaba, el otro, preparaba la mochila para su primer día de clase en Seúl.

Atinó justo a abrir la puerta para ver de nuevo la espalda desnuda de Felix. Dios, cómo le encantaba su espalda. Podría quedarse acariciándola durante siglos, sin ninguna segunda intención.

La volvió a cerrar antes de que el australiano se diera cuenta. Ya tenía todo listo y apenas eran las nueve menos cuarto. Se tumbó boca arriba en su cama y comenzó a jugar con los puños de la camiseta de su pijama.

Alguien llamó a la puerta de su cuarto, supuso que era Felix. Después de un "adelante" por parte de Hyunjin, la puerta se abrió. Efectivamente, era el australiano.

-¿Quieres, em... ver una peli, o... algo?

-Vale.- Hyunjin le sonrió. Aparentemente, por fin se comenzaban a llevar mejor.

-Bueno, en realidad solo quiero hablar un rato contigo.- El de pecas lo miró serio y Hyunjin se levantó rápido de la cama, siguiéndole al salón.

-¿Pasa algo?

-Tan solo quiero disculparme por haber sido tan frío y desagradable contigo.

-No tienes que disculparte por eso, Felix.

-Pero quiero hacerlo. Quiero que nos llevemos bien.

-Claro.- Esa palabra levantó algo del peso que el australiano sentía sobre sus hombros.

Felix realmente quería llevarse bien con la gente a su alrededor, y, ahora que su amistad con Chan -y probablemente con Jeongin también- estaba en juego y Minho apenas le hablaba, necesitaba a alguien para descargarse emocionalmente.

-Entonces, eh... ¿Cenamos?- Dijo el más alto.

-Vamos.- El de pecas caminó hasta la cocina, seguido de Hyunjin. -Esta mañana fui a comprar. Ahora hay algo más que ramen. Tenemos Mandu Guk, Kimbap, más ramen... ¿Qué quieres?

-Kimbap.- Los ojos del castaño se iluminaron un poco al oír el nombre de su comida favorita por excelencia desde que tenía memoria.

-Vale. ¿Me ayudas a poner la mesa?- A Hyunjin se le hacía raro la repentina simpatía del australiano, pero no podía negar que le alegraba. Asintió levemente y sacó un par de platos del armario de la cocina.

[...]

Cenaron tranquilamente, viendo un reportaje en la televisión sobre los tigres de Bengala. Una vez recogieron la cocina, eran cerca de las once, y ambos decidieron irse a dormir, pues al día siguiente deberían madrugar.