No...-Que?
No podía con esto, esto no es real.
-Si, papi, soy yo. Tu pequeña princesa. O eso creía.
Es ella, es mi pequeña Sarah.
-Sarah...eres tú?
Su mirada que mata, esos ojos asesinos, toda ella es un arma letal...mi hija es un arma mortal.
-Si soy yo...¡Soy la hija a la que abandonaste! Soy esa niña que te amaba, que te amaba como no tenías idea, te amaba más que esa maldita mujer descarada!
Las lágrimas empezaron a desbordarse de esos preciosos ojos, tan parecidos a los de su madre. Siempre se pareció más a ella que a mí.
-Sarah...
-No! No te atreves a decirme algo, tú escucha, escucha cada maldita palabra que tengo guardada para ti, tendrás que soportar cada mirada de odio que he deseado dedicarte desde hace años, para ti y para toda tu maldita familia.
Se fue. Dejándome con el dolor más grande en el pecho.
Miraba a la nada mientras que mi mente trataba de procesar lo que acababa de pasar, mi hija, Sarah, está aquí.No tuve el valor de ir tras ella...nunca lo tuve.
...
Después de que no la viera todo el día, y tratar de desaparecer después de aquel momento tan doloroso para mí.
Salí de la empresa junto con mis hijos, y a lo lejos la pude ver caminando tan linda, siempre tan linda como su madre. Sin embargo portaba una bella sonrisa que me desconcertó un poco, la seguí con mi mirada hasta que se detuvo para abrazar a un hombre y luego darle un beso corto.
Era alto, de tez morena, parecía amable y muy solidario a la vista. Se veía que era un buen muchacho.
Me quedé observando un rato más como ella le brindaba una sonrisa, de esas sonrisas de amor, y no una hipócrita como la que me dedico, el la abrazaba y le besaba toda la cara con cariño. En serio el la quiere? Quizá no sabe de su pasado.
Si Sarah quiere hacerme la vida de cuadros yo también, este juego lo pueden jugar dos.
Me acerqué con toda la intención de ser una piedra en el zapato, claro, sin soltar a mis hijos.
-Hey! Sarah, hola hija.
Su cara de ensoñación cambio drásticamente al escuchar mi voz y me miró con desprecio.
-Señor Rodríguez, no me llame así, ¿Qué es lo que se le ofrece?
Su voz salió como si estuviera gritando que me largará.
-Oh, nada en realidad, solo quería conocer al apuesto chico que te acompaña, después de todo es mi yerno, ¿no?
El joven, tanto como mis hijos quedaron totalmente sorprendidos y no es para menos. Y Sarah solo quería ahorcarme ahí mismo.
-Hey! Hola, yo soy el señor Rubén Rodríguez, el padre de Sarah, y tú eres?
Me miró como si estuviera bromeando, una sonrisa burlesca era lo que me daba. Aunque parecía que me sonreía amablemente era otro sentimiento en realidad.
-Buenas tardes Señor Rodríguez, me llamo Andrés Catalán, es un placer conocer al "padre" de mi futura esposa.
Obviamente note algo en sus palabras al decir que era su padre.
-Sabes? Ya conoces el antiguo empleo de Sarah?
Ella me miró con una expresión totalmente avergonzada.
Solo espero que sepas Sarah, que yo puedo jugar esto mucho mejor que tú.-Empleo?
-Si, ya sabes, ese empleo en el bar...
Espere pacientemente su reacción.
-Jajajaja...
Que... diablos pasa aquí?
-Señor, usted cree...que nunca me enteré de sus bajezas?
Mierda...
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