Llegas al punto en el que ya no caben más decepciones ni ilusiones. Donde nada te sorprende, donde todo es igual de monótono. Llegas a no encontrarle sentido a la vida y aunque serías incapaz de quitártela, ya no encuentras sentido por el cual seguir aquí ocupando espacio. Habita en tí la soledad, el silencio, la toxicidad en algunos aspectos y esas ganas inmensas de huir sin saber exactamente a dónde. Y ahí es que te das cuenta de cúan jodido estás. De cuanto hubieses dado para que nunca te hicieran daño y nada te afectara.
Hubiese dado lo que fuera por estar bien.