CAPITULO 9

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Veía a través de la ventana, estaba lloviendo y yo mantenía la mirada fija en una gota que caía suavemente uniéndose ocasionalmente a otras que se habían quedado estáticas en el cristal, detrás, las luces de la ciudad se convertían en sutiles líneas que, cuando el coche aceleraba aún más, se perdían en la obscuridad de la noche. Mis dedos, jugaban con el círculo de metal que colgaba de mi collar, el ruido a mi alrededor empezó a disminuir hasta volverse prácticamente un susurro y en ese instante, como un video musical, mi mente comenzó a mostrarme recuerdos...

"... Hay una foto en mi pared, que no me atrevo a descolgar, un garabato en un papel que me hace recordar... Una canción que dedique, que nunca dejo de escuchar, un corazón que se quedo justo a la mitad..."

Estábamos en tu parque favorito, tenía poco que había llovido y el piso estaba mojado, todo estaba completamente verde y el ambiente tenía un olor a humedad, no había muchas personas así que podía disfrutar de esa pequeña parte de la naturaleza que se encontraba a un extremo de la ciudad, acompañada de la mejor persona, ELLA. Caminamos hasta el estanque y observamos los patos, era una tradición que habíamos echo, visitar parques con patos, después de un rato, compramos un par de burbujas, jugamos hasta que nos las terminamos, nos sacamos fotos, reíamos, nos besábamos y abrazábamos, nunca lo dije pero esa salida era mi favorita, la foto frente a la fuente que tenia el puente de madera obscura, humedecida por el agua, que estaba sobre las piedras, era la que más me gustaba de todas nuestras fotos.

"...Si yo fuera un poco mas valiente podría decirte que eres, irremplazable, imposible olvidarte, me duele cada beso que te di..."

Sonreí al recordar nuestro primer beso, fue tan... no se... peculiar, no conozco a nadie que haya tenido un inicio tan raro, jugábamos y solo sucedió, te disculpaste, luego me besaste, yo me paralice para después seguirte, quizá en ese momento aún no te amaba pero puedo jurar que desde ese instante algo en mi cambió, tal vez no lo note, pero creo que ahí, algo en mi supo que tenía que estar a tu lado para siempre... O al menos, eso era lo que parecía. La primera vez que te dije te amo, estaba tan nerviosa, no había sentido nada parecido, me arme de valor y lo solté, en tu mirada se reflejaba un brillo, no era solo la luz de la luna cuando levantaste tu cabeza y me miraste, era diferente, ahí descubrí que tus ojos eran perfectos para verlos cada mañana al despertar, pero bueno tampoco olvidemos tu sonrisa, me encantaba hacerte sonreír, tu decías que no era linda, pero te aseguro que era fascinante y esos pequeños hoyuelos que se te marcaban hacían que irradiaras ternura pura.

"... Soy tan vulnerable, explícame como seguir sin ti, no puedo ni acercarme... eres irremplazable, para mi..."

También pensé en la primera tarde que hicimos el amor y al terminar nos abrazamos, el sueño nos ganó haciendo que durmiéramos por horas, su respiración sobre mi pecho era la sensación más increíble que pude sentir, el olor de su cabello, las caricias de sus manos, el calor de su cuerpo contra el mío, fueron lo mejor que me ha pasado, recuerdo que cuando por fin despertamos y nos paramos para vestirnos, me tomé un par de segundos para contemplar su cuerpo, observe el inicio de su nuca, el cabello caía sobre su espalda y hombros, baje la vista siguiendo en línea recta hasta sus caderas, llegue a los pliegues de sus glúteos y continúe por las curvas de sus piernas. Acto seguido, me levante lentamente de la cama, comencé a acercarme, cuando por fin estuve cerca, la abrace de la cintura, ella giro y me sonrió, se veía tan hermosa, así, con su cabello rebelde y alborotado y con solo una pizca de maquillaje sobre el rostro, yo sabía que no se gustaba si no tenía rímel sobre sus largas pestañas o labial en los labios rosados y delgados o cualquier otra cosa, para mí no existía persona más linda que ella.

Suspire, sonreí como idiota, coloque un mechón sobre su oreja, tome con mi mano su mandíbula, acaricie con mi pulgar su mejilla y sin dejar de perderme en el mundo que albergaban sus ojos, la bese, suave y tiernamente, mordiendo ocasionalmente su labio inferior, cuando notamos que nuestra respiración empezaba a agitarse disminuimos la intensidad hasta que nuestros labios solo podían rozarse, pegue su frente a la mía y sonreí de nuevo, la amaba, más de lo que admitía, y me gustaba que ella sintiera lo mismo, acaricie su mejilla una vez más y luego le di un beso en la punta de tu naricita, en mi mente me decía que podía hacer eso por el resto de mi vida, no había absolutamente nada mejor que eso, era lo que no quería que faltara jamás, lo que sin importar cuantas veces lo hiciera siempre querría más, toda la vida...

Memorias de un corazón rotoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora