Capítulo 8 |Editado|

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—Eh..., no. —Respondió finalmente.

—¿¡Y qué esperan!? —Chillé—. ¿Me dejaron solita volviendo a mi casa para ser nada?. —Bufé.

—¿Sí? —Dudó—. Además… no te hace daño volver sola.

—Sí me hace daño. —Contraataqué.

—¿Por qué, cerebrito?. —Sonrió con burla.

—Primero, no me digas cerebrito —Gruñí y alcé el dedo índice—, y segundo —Ahora alcé el dedo medio, indicando la cuenta—me hace daño estar hablando con mi conciencia quince minutos seguidos, a veces hablando en mi cabeza y también se me escapan unas palabras al aire o vengo cantando y bailando, y por eso, la gente me mira raro. —Finalicé.

Jane empezó a reír a carcajada limpia, mientras yo la fulminaba con la mirada.

—¿De qué te ríes, pendeja?. —Fruncí el ceño.

—Es que… —Respiró profundo y soltó el aire lentamente, controlando sus ganas de reír—es que te imaginé hablando sola, con la apariencia de una bruja fea y con la gente pasando al lado tuyo mirándote raro —Mordió su labio inferior, conteniendo su risa—. Y, de paso, no me digas “preundeja” porque sé para qué lo usas. —Frunció el ceño.

Ahora me tocó reír a mí.

—Es “pendeja”, idiota —Reí—. ¡Auch!. —Me quejé al sentir que me pegaba con su puño en mi hombro.

—Eso te pasa por reírte de mí. —Gruñó.

—Tú te reíste de mí primero. —Fruncí el ceño.

—Lo siento… —Pidió disculpas rodando los ojos—. ¿Ahora dejas de reírte de mí?. —Sonrió inocentemente.

—Tal vez… no sé. —Dije.

—¿Qué tengo que hacer para que no te rías de mí?

—Amarme y… —Me interrumpió.

—Eso es fácil. —Aplaudió.

—¿¡Por qué tienes con interrumpirme!?. —Pregunté histérica.

—No sé, es divertido verte rabiar. —Sonrió inocentemente.

—No, no lo es. —La fulminé con la mirada y a los segundos se me ocurrió una grandiosa idea. Sonreí con diversión y burla.

—Oh, no. Conozco esa sonrisa… ¿Alexa, qué harás?. —Preguntó temerosa.

—¿Yo? Nada —Sonreí aun más—. Tendrías que preguntar que harás tú —Hice énfasis en “tú”—. Y lo que harás es amarme, pero también darme un beso, por interrumpirme. —Terminé de decir, sonriendo con malicia.

—¡No lo haré!. —Se levantó de mi cama y se alejó de mí.

—Sólo es un besito, amor. —Hice un pico de pato con mis labios y me acerqué a ella.

—¡Ni lo sueñes, Thompson! —Chilló—. ¡Las latinas están locas!.

—¡Ah! Y también, las latinas somos geniales, cariño, no lo olvides. —Sonreí egocéntricamente.

Conociendo al Lobo [TD #1] |Terminada|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora