Capítulo 7: Portland a nuestros pies

944 71 5
                                    

Narra Sara:

Pido mi menú habitual en la cafetería de la universidad y busco con la mirada a mis amigos.
Cuando los encuentro, me dirijo a la mesa.

Sam, Eric y Jayson me miran con expresión preocupada.

—Sara, ¿tu novio el policía te ha dicho algo de Tyler? -Me pregunta Eric.
—No es mi novio. -Respondo tajante.- Y no, no me ha dicho nada.
—Joder... estoy preocupado por él. -Dice Jayson. -Es muy colega mío.
—¿Cuánto le puede caer? -Pregunta Sam.
—Espera, ¿estás hablando de cárcel? -Dice Jayson aún más alterado.
—Claro que hablo de cárcel, joder, había droga en su casa y al ser mayor de edad él se hizo responsable de los chavales que estaban... ya sabéis.
—Tiene razón. -Afirmo. -Pero a lo mejor va poco tiempo.

Ellos asienten.
Y yo espero tener razón, porque también me preocupo por Tyler...

Continuamos con la comida, pero se nota que el ambiente no está tranquilo como siempre.
Todos estamos preocupados por nuestro amigo, y sinceramente, ahora mismo podría mandarle un mensaje a Christian y resolver la duda, pero no tengo ganas de hablar con él.

No después de lo de ayer...

Cuando terminamos de comer, Sam y Jayson se van a sus próximas clases.
En cambio, cómo tenemos diferentes horarios, Eric y yo ya hemos terminado las clases por hoy.

Así que, ahora me encuentro con él caminando hacia la salida de la universidad.

Mientras tanto, charlamos sobre cómo pensamos que nos salieron los exámenes finales.
Observo su pelo rubio rizado y sus ojos verdes.

Es un chico muy guapo, y lo más importante, es muy buena persona.
Un poco mamón, pero buena persona.

Sam tiene suerte de tenerle, y al mismo tiempo, él tiene suerte de estar con mi amiga.
Porque es simplemente fantástica.

Una vez en la entrada, de repente aparece un coche negro de la nada y me asusto por el ruido que hace.
Tardo un momento en asimilar lo rápido que iba quien sea que lo estaba conduciendo.

Me fijo en la marca y me suena de algo este bmw...
Miro al conductor y me quedo perpleja.

—¿Qué pasa? -Pregunta Eric preocupado.
—Nada, ese es Cristian. No esperaba verle aquí.
—¿Ah, si? Bueno, entonces te dejo a solas con tu novio.

Le miro y ruedo los ojos.

Él se ríe y nos damos un abrazo en forma de despedida.
Mientras le abrazo, me fijo en la mueca de descontento que hace Cristian desde el coche.

Él me hace una seña y entro en el coche a regañadientes.
Se me había olvidado por completo que quería quedar conmigo hoy...

La rabia de ayer vuelve a colarse por mi estómago.
Esto no es justo joder, yo no quería verle hoy.

—Hola. -Dice sin más.
—Hola, ¿qué haces aquí?
—Quería verte. Tu padre me dijo que venías a esta universidad.
—Pensaba que no querrías ver a una drogadicta como yo. -Digo tajante.

Él respira hondo.
Su preocupación se palpa en el ambiente.

—Me preocupé por ti, Sara. Pero si me dices que no tienes ningún problema con eso, yo te creo.

Le miro y asiento poco conforme.

—Tu amigo está bien. -Continúa.
—¿Tyler? -Digo enseguida.
—Sí, se puede decir que le he salvado el culo.

Mi delito fue amarteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora