Capítulo 17: El beso eterno

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"A veces una vida entera no es suficiente para olvidar un solo beso"

—Una semana después—

Narra Sara:

Estas navidades han sido, sin duda, las peores de toda mi vida.
Ignorar todos los mensajes y llamadas de Cristian ha sido más difícil de lo que me esperaba.

Pero lo peor no ha sido ignorarle, sino, lo mucho que lo echo de menos.
Siento un vacío enorme ahora que no está conmigo.

Todo se a vuelto diferente sin él.
Echo de menos sus labios, sus caricias, y sus "te quiero" de cada día.

Pero sé que no puedo volver con él.
Es demasiado complicado.

Descubrí que es una persona celosa y manipuladora.
Y ahora entiendo, aunque me duela reconocerlo, porqué le dejaron sus antiguas parejas.

Si no hubiera interpuesto condiciones entre nosotros, si se le hubiera ido de la cabeza la idea de las estúpidas normas  y no fuera tan celoso, ahora estaríamos pasando el fin de año juntos.

En cambio, estaré sola con mis padres, ya que este año no hemos hecho planes con mi familia por la reciente operación de mi padre.

Me levanto de la cama y descubro una mancha provocada por mis lágrimas.

No hay ni una sola noche en la que no haya llorado desde que lo dejé.
Sus mensajes prometiéndome que iba a cambiar me lo han puesto muy difícil.

Porque sé que en el fondo, quiero volver con él.
Le quiero, y sé que él me quiere, pero me pregunto, ¿de verdad compensa un poco de felicidad, a su horrible forma de ser, y todo lo que conlleva?

No lo sé.
Estoy echa un lío.

Pero sé que no puedo seguir así.

He pasado la última semana sola, encerrada en casa y deprimida.
Tengo que salir e intentar organizar mis pensamientos.

Narra Cristian:

La última semana me ha dejado destrozado.
A cada minuto que no estoy con ella, me falta más el aire.
La quiero.
La quiero como nunca había querido a nadie.

Y esta vez no pienso quedarme de brazos cruzados viendo cómo la pierdo.
No puedo ser tan cretino.

Voy a luchar por recuperarla.
Mi propósito para el nuevo año será, que lo comience conmigo.

Y yo cumplo todo lo que me propongo.

Narra Sara:

Salgo a la calle y el gélido viento me da en la cara.
No sé adonde ir.

Simplemente quiero salir de mi cueva y quizá tomar algo en algún restaurante.
Paseo por la calle y veo parejas de jóvenes de la mano y adultos con sus hijos.

Yo podría ser como ellos.
Podría tener una pareja y, en un futuro formar una familia.

Sí, eso es lo que quiero.
Aunque sea joven.

Quiero dejarme de tonterías y empezar una nueva vida con alguien.

Entro en una cafetería y me pido un donut y un café con leche.
Es lo único que me apetece con este frío.

Me resulta raro salir sola, y no me gusta demasiado.
Prefiero estar rodeada de gente con la que charlar.

Podría haber quedado con Sam, pero la verdad es que prefiero evitarme la charla y recordar cómo rompí con, probablemente el mejor chico con el que he estado nunca.

Miro el móvil y de pronto aparece el número de Cristian, me está llamando.
Lo ignoro y dejo que vibre boca abajo en la mesa.

Podría cambiarme de número.
Aunque al pensarlo mi subconsciente me recuerda que no quiero que deje de llamarme.

Termino mi café y le pago a la camarera. 
Salgo de nuevo y hace aún más frío que antes.

Decido volver ya a casa, no quiero coger un resfriado.

Al llegar a mi calle el corazón me da un vuelco cuando veo el coche de Cristian aparcado en mi puerta.

Lo veo llamando a mi puerta, desesperado.
Debato si debería irme a hurtadillas de aquí, pero es tarde, ya me a visto.

Corre hacia mi y yo me echo atrás.

—Sara, porfavor, deja que te diga algo. -Súplica.
—Cristian, es mejor que no...
—Porfavor. -Me corta.

Resoplo y le dejo hablar.

—Adelante. -Le digo.
—Vaya, esto... no sé cómo empezar -sonríe nervioso- Te quiero, Sara. Te quiero como nunca había querido a nadie. Y estoy dispuesto ha hacer cambios por ti.
—¿Qué cambios?
—Los que hagan falta con tal de que vuelvas conmigo. Y nada de normas. Ya no.

Sonrío sin darme cuenta.

—Porfavor dime algo. -Me mira impaciente.
—Pero, sigues siendo igual que antes, quiero decir, tu forma de ser...
—Haré lo que haga falta para que vuelvas. -Repite.- No seré celoso, ni un mamón como antes, te lo prometo. -Me agarra de la mano- Sólo necesito que me des una segunda oportunidad.

Sus ojos me indican que dice la verdad.
De verdad está desesperado por volver conmigo.

Se pone de rodillas y mi corazón se me sale del pecho.
¿Va ha hacer lo que creo que va ha hacer?

Me tapo la boca con las manos.
Saca un caja de su bolsillo, y al abrirla deja a la vista un anillo con un diamante precioso.

—Esta es mi promesa. -Le tiembla la voz- Sé que eres joven, pero, si tú quieres, me gustaría que, cuando estés lista, nos casemos algún día.

Me tiemblan las piernas. Veo en sus ojos que todo lo que me ha dicho es cierto, lo va ha hacer de verdad, va a cambiar por mi, y aunque ha hecho cosas mal yo no deseo otra cosa más en este mundo que estar con él.
No dudo mi respuesta.

—¡Sí, claro que sí! -Me lanzo a sus brazos y nos fundimos en un beso eterno.

Al fin y al cabo, todo el mundo merece una segunda oportunidad ¿no?

Confío en sus palabras y confío en que será un hombre nuevo.

Ambos tenemos los ojos llorosos mientras nos besamos.
Cristian me pone el anillo, y entonces me doy cuenta de que una nueva vida para mi acaba de comenzar.

Nuestra nueva vida, acaba de comenzar.

Nuestra nueva vida, acaba de comenzar

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Fin.

Mi delito fue amarteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora