Capítulo 15: Hasta el amanecer

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Durante el camino de vuelta me siento impaciente por llegar y sin más rodeos, me muero de ganas de que volvamos ha hacer el amor.

Mi respiración sigue agitada por el beso de antes.

Giro la vista y veo a Cris con la mirada fija en la carretera.
Me pregunto qué estará pensando.

—La fiesta ha estado muy bien. -Dice mientras conduce.
—Sí, estoy agotada.
—Y más que vas a estarlo. -Me mira provocativo.

Me sonrojo y miro por la ventana.
Comienzo a imaginar cómo será nuestra noche.

Estoy deseando volver a sentirle, besarle, tocarle...

El pitido de un coche hace que vuelva en mi y deje de lado mis pensamientos.
Noto la mano de Cristian sobre mi pierna.

—Ya hemos llegado. -Dice sonriente.

Aparca y bajamos del coche.
Abre la puerta y paso dentro.

Me pilla desprevenida cuando me agarra de la cintura y me besa eufórico.
Eso me deja claro que está tan impaciente cómo yo.

Me coge de la mano y vamos hacia su habitación.

Cierra la puerta y de nuevo me encuentro entre sus brazos.
Me besa y me lleva hasta la cama.

Caigo sobre ella y él se tumba encima mía mientras nuestras lenguas juguetean.
Aprieta sus labios contra los míos y pega su cuerpo como contra el mío.

Curva la espalda y frota su pelvis contra mis vaqueros.

Escucho su respiración agitada contra mi oreja cuando comienza a besarme el cuello.
Me mira y me quita la camiseta, acto seguido se la quito yo a él.

No puedo reprimir una risita nerviosa al ver de nuevo sus pectorales hinchados y sus brazos encima mía.
Su pelo me hace cosquillas en la tripa cuando se agacha para quitarme los pantalones.

Él se levanta y se los quita después.
Se queda de pie.

—Enseguida vuelvo.

¿Qué?
¿Se va a ir justo ahora?

—¿Adónde vas? -Pregunto frustrada.
—A por una cosa- Dice mientras sale de la habitación.

Me pregunto qué ha ido a buscar.
Vuelve a la habitación con unas esposas en la mano.

—¿A quién vas a detener? -Pregunto extrañada y me río.
—A ti. -Dice convencido.

Abro los ojos como platos.

—Quiero esposarte a la cama, si quieres, claro. -Añade.

¿Para qué quiere hacerme eso?
¿Para que no me mueva, quizá?

—Vale. -Susurro.

Es evidente que estoy algo asustada, pero la curiosidad puede conmigo.

—No te harán daño, me he encargado de ello. -Dice mientras se acerca con mirada comprensiva.

Asiento y me engancha las manos con la madera la parte delantera de la cama.
Es cierto que no me duelen ni aprietan, ya que les a puesto una especie de goma alrededor que resulta incluso agradable.

Se tumba encima mía y me riega de besos desde el cuello, pasando por mi vientre hasta mis muslos.

Vuelve arriba, me desabrocha el sujetador y lo tira al suelo.
Me besa los pechos y aprieta los labios entre mis pezones.
Gimo y sonríe al escucharme.

Los estira y juega con ellos hasta que se ponen duros y baja de nuevo para quitarme las bragas.

Las deja en el suelo y me acaricia los muslos despacio.
Mi besa y mi respiración se agita cuando noto su mano en mi sexo.

Mi delito fue amarteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora