Capítulo 14: Palmeras, olas y besos

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Me levanto de la cama sin importarme que son solo son las nueve.

Esta noche no he dormido demasiado bien, y aunque no quiera reconocerlo, sé que he estado inquieta por mis nervios.
Estoy nerviosa por la fiesta, picnic, o lo que quiera que sea, de esta tarde.

La idea de que algo salga mal o salga el tema de la fiesta de la otra vez, donde Cristian casi arresta a Tyler, me atormenta desde ayer.

O puede que simplemente él no encaje con mis amigos, por ser unos años mayor.

Cristian es muy formal, nunca he ido a una fiesta con él, puede que se comporte como un universitario más  y se lleve bien con todos, pero no puedo negar que eso me sorprendería.

Y no porque no sea divertido, ya que me dejó claro en su cumpleaños, que sí lo es.

Desayuno un vaso de leche con unas tostadas, veo un poco la televisión y miro el móvil para hacer tiempo.

Después de comer sólo un sándwich, ya que ni tenía demasiado apetito.
Me acerco al armario y apoyo las manos en mi cadera, confusa.

¿Qué debería ponerme para una fiesta a la playa?

Me decido por un mono granate.
Lo conjunto con unos zapatos dorados y me dirijo al baño para maquillarme con la ayuda del espejo.

Cojo mi pintalabios granate favorito y me lo pongo con cuidado.
Sonrío al espejo al comprobar que el color combina perfectamente con el color del mono.

Cojo el rímel y me acerco de nuevo al espejo.

Nunca me había preocupado tanto por el maquillaje y que todo quedara combinara con la ropa.
Me desilusiono un poco al pensar que probablemente todo mi esfuerzo quedará lleno de arena.

Intento controlar mi pulso mientras me hago la raya.
Termino la del ojo izquierdo satisfecha y empiezo la del ojo derecho con cuidado.

Me vuelvo a acercar al espejo y empiezo a dibujarme la raya cuando me asusto con el sonido del timbre de repente y me hago una enorme raya negra de eyeliner en la frente.

Lo mato.

Abro la puerta y Cristian se ríe a carcajadas cuando me ve.

--No te rías, es culpa tuya. -Le doy un golpecito en el hombro.

No puedo evitar reírme yo también.

--Incluso así estás guapísima.

Le doy un beso y le dejo pasar mientras intento arreglarme el desastre que me he hecho en la frente.

Cuando por fin estoy lista, salimos y subimos al coche de Cris.

Me siento a su lado en el asiento del copiloto.

--¿Dónde vamos señorita?
--A Willard Beach.

Ya hemos hecho algunas fiestecillas allí antes este verano.
Asiente y arranca.

--Me apetece conocer a tus amigos. -Dice y sonríe.
--Y a mi presentártelos.

Exceptuando que he dormido mal por mis paranoyas sobre si todo esto saldrá bien...

Miro por la ventana y entonces me doy cuenta de que, no tiene mucho sentido que vayamos a la playa en plenl diciembre.
Aunque no vayamos a bañarnos, vamos a pasar mucho frío.

Aunque claro, si la gente se emborracha como la última vez a lo mejor no.

Después de un rato, se aprecia el mar a lo lejos, y minutos después hemos llegado a la playa.

Mi delito fue amarteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora