Capitulo XVI

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El notario llegó a casa de los Phantomhive con la documentación requerida, para llevar a cabo el cambio de apellido de los mellizos, el proceso duro aproximadamente una hora y media, en el que se diligencio y leyó cada una de las clausulas legales a cabalidad, con el fin de no cometer errores.

Ya con los nuevos Phantomhive inicio el proceso de matrícula en el mejor colegio de la ciudad, para que los jóvenes pudieran terminar sus estudios y seguir con la universidad, realizaron todos los trámites la compra del uniforme y para Ciel un nuevo parche, debido a que él no quería que otros vieran su ojo derecho, siendo aceptado por todos.

Todo el día, se les fue realizando trámites y comprando útiles e implementos; del mismo modo, sucedía algo parecido en la mansión Michaelis, donde Sebastián, fue inscrito a una universidad prestigiosa, para que estudiara administración en el horario de la mañana, pero también deberá llevar a cabo su trabajo en la compañía impecablemente durante las tardes.

Sebastián y Ciel pensaban, mientras miraban el cielo nocturno con una gran luna llena, imaginándose como estaría el otro sin su compañía o que estará haciendo, piensa en mí o solo decidió olvidarme, eran estos y muchos más lo que rondaban por sus cabezas, mientras suspiraban esperando reunirse una vez más, quedándose dormidos con los recuerdos recientes de su convivencia.

En otro lugar, una mujer observaba el cielo, mientras acariciaba un arma, se había enterado por un compañero de clase de su hijo Astre, que este se estaba quedando en casa de su novio, el cual ella nunca conoció y aprobó, por lo que pensaba hacerle una visita para evaluarlo y ver si es digno de la familia Phantomhive, después de todo ella lo único que quería era apoderarse del dinero y el hombre que siempre le perteneció.

Ella nunca olvida y el amor que siempre sintió por Vincent aún late y es lo que la lleva a la locura y obsesión, para ella Angelina fue la culpable de todo, de su separación e indiferencia, al igual que la hija de esta, por ellas su amado la había dejado, pero pensaba que si acababa con estas, él sería suyo, completamente suyo y junto a Astre, formarían la maravillosa familia que siempre soñó.

Ciel no entraba en sus planes, ya que para ella él nunca fue su hijo, solo un error que no logro abortar por miedo a que le pasará algo a su adorado Astre, por eso prefirió deshacerse de él, ya que no servía para nada en especial, por esa malformación en su ojo derecho que le quitaba el parecido a su amado.

Esa mujer había perdido la cabeza, últimamente escuchaba voces y tenía alucinaciones visuales, a causa de la perdida de sus dos hijos; ya que desde el día en el que entrego a Ciel y desapareció Astre, todo había empeorado, tenía insomnio y problemas para mantener sus ciclos del sueño adecuados, su apetito disminuyó, su apariencia había cambiado, su cuerpo deteriorado por el medicamento para dormir, quedando solo la sombra de lo que alguna vez fue aquella mujer, que hechizaba a todos los hombres; quedó atrás, ahora se veía vieja, llena de arrugas y con bolsas bajo los ojos, su ropa harapienta dándole una aspecto desagradable.

Había vendido la casa donde antes vivía y consumía drogas, esperando calmar su soledad y tener aunque sea un momento de felicidad, ahora vivía en una pequeña habitación desordenada, con todo tirado; las voces constantemente le susurraban, que debía acabar con Angelina cuanto antes, para detener su sufrimiento, causando un sonrisa de extremo a extremo en su rostro, con sus ojos perdidos el viento se estremecía, anunciando un mal presagio.

Al otro día, dos jóvenes eran despertados por los sirvientes del lugar, para que se alistaran debido a que iniciaban clases ese mismo día, rápidamente se bañaron y cambiaron, para bajar a desayunar con los demás, encontrándose con su padre.

- Buenos días chicos, cómo durmieron - ambos se sentaron juntos y observaron el desayuno, mientras escuchaban lo dicho por su padre.

- Muy bien, señor - contesto tranquilamente, para seguir comiendo mientras los otros dos lo miraban horrorizados.

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