Capitulo XIV

2K 216 33
                                    

Sebastián se levantó, viendo al rubio a su lado desnudo, lo cubrió con la cobija y aprovecho para ir a bañarse, cuando terminó, se vistió con un traje formal, para ir a buscar a su azulino a la habitación de este.

Camino por los pasillos, observando a todos los que pasaban y lo saludaban, llegó enfrente de la habitación de Ciel; encontrándola vacía, le sorprendió, no pensó que el menor ya estuviera despierto.

Salió y empezó a caminar por la mansión, buscando a su Ciel; encontró a Elizabeth, quien estaba cambiando las flores de uno de los jarrones, decidió acercarse a preguntar por el azulino.

- Elizabeth buenos días, ¿Has visto a Ciel? - pregunto amablemente y la chica solo se tensó al escucharlo, no esperaba que tan rápido preguntara por el azulino.

- Joven amo, debería hablar con su padre sobre el - al escucharla, de inmediato fue al despacho de su padre, para preguntar qué sucedió con el azulino y el porqué de tanto misterio al respecto.

Al llegar, ingreso sin tocar, sabía que el mayor estaría ahí y el necesitaba saber que sucedía, porque no le decían donde estaba su azulino.

- ¿Dónde está Ciel, padre? - Leónidas no espero que su hijo llegará tan pronto a preguntar sobre el azulino, debía decírselo en ese momento, aunque sabía del escándalo que haría.

- No sé cómo vas a tomar esto - el menor estaba que le sacaba las palabras a su padre - Ciel se fue, no en realidad lo vendí a un amigo - el rostro del menor paso de estar completamente pálido, a cambiar el color por uno más rojo, de la furia que sentía.

- Que hiciste que, ¿Quién te dio el derecho de vender lo que es mío?, ¡Devuélvemelo! - gritaba su hijo furibundo, estaba que se le lanzaba encima.

- Claro que puedo hacerlo, porque a pesar de que es un regalo para ti, él seguía estando bajo mis órdenes y a mí no me grites jovencito, yo no quería hacerlo - el azabache estaba confundido, si su padre no deseaba hacerlo, porque lo hizo.

- ¿Porque lo hiciste? - pregunto, intentando calmarse, no ganaba nada alterándose y en este momento necesitaba información del paradero de Ciel.

- Tu madre y prometido, eso pasó - Sebastián se enfureció aún más - Alois hablo con ella, de que lo estabas engañando y supongo que ya sabes que hizo ella - el azabache menor salió del despacho, caminando a donde había dejado a su prometido, al entrar al cuarto, este estaba despierto, solo con una bata mirándolo pícaramente, sin notar la furia del otro.

- Amor ¿Porque tardaste tanto? - soltó parte de la bata, para que el azabache pudiera ver su cuerpo y tentarlo.

- No me toques, vístete, nuestro compromiso se acabó - el rubio lo miro confundido, no entendía nada de lo que decía el otro, quiso acercarse pero el odio reflejado en los ojos de Sebastián lo asustó.

- ¿Por qué? - fue lo único que pudo decir, mientras sentía su cuerpo, temblar al sentir que estaba perdiendo al azabache.

- Hablaste con mi madre, te metiste e hiciste que Ciel se fuera, no quiero volver a verte, me quitaste lo que es mío - el rubio no podía creer que estaba rompiendo con él por Ciel.

- El solo era un sirviente, no entiendo porque te enojas, a menos que para ti nunca fue solo un empleado - la furia en sus palabras no se hacía esperar.

- Él era mi mascota, quien me saciaba mejor que tú en muchos aspectos y supongo que estás aquí, porque lo tuyo también se acabó, pensabas que no sabía que te acostabas con otro tipo, mientras decías que me amabas, ¡Eres un descarado! - el rubio no sabía que lo habían descubierto, decidió hacer algo al respecto o lo perdería.

MascotaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora