La mañana llegaba y Elizabeth se dirigía a despertar al joven amo y al azulino, que no durmió en su habitación; se acercó a la puerta, tocó dos veces sin recibir respuesta, así que tranquilamente ingreso encontrando a la pareja durmiendo abrazados, "Si hubiese llegado el joven Alois le hubiera dado un infarto", pensaba la rubia, mientras decidía ir a despertar a Ciel primero.
- Ciel... Ciel despierta - susurraba mientras agitaba al menor, quien empezó a abrir los ojos lentamente.
- ¿Elizabeth? - preguntaba aún dormido, mientras se sentaba en la cama, para poder ver con claridad a la rubia de ojos verdes.
- Sí, soy yo, debes cambiarte ahora, ve a tu habitación, hoy comienza tu trabajo... Recuerdas - decía la rubia con una sonrisa, mientras le pasaba el kimono que había usado el día anterior, haciendo que el azulino se arreglará en segundos, a pesar del dolor que tenía en su retaguardia; asimismo, no podía despertar al azabache luciendo de esa manera - vamos a tu habitación, dejemos que el joven amo descanse - salieron de la recamara - después de llevarte a tu habitación, volveré para despertar al amo; mientras tanto, utiliza el tiempo para asearte y arreglarte, así puedas presentarte formalmente - finalizó al dejar a Ciel frente a su puerta, el azulino asintió y corrió a ducharse en su baño privado, para quitarse todo el sudor y el olor a sexo que tenía encima.
Elizabeth fue rápido a la habitación de Sebastián, encontrando lo como lo dejo, fue hacia el mayor para realizar la misma acción que con el azulino, notando como al principio se resistía a despertar.
- Joven amo... joven amo, por favor despierte - decía agitando al mayor, notando como después de un rato se despertaba, decidida abrió las cortinas para que la luz iluminará la recamara.
- Elizabeth, llegas muy temprano - decía mientras tocaba la cama, buscando otro cuerpo en ella, al no encontrarlo se decepcionó - ¿Dónde está Ciel? - le pregunto a la rubia, con un tono tosco.
- El joven Ciel se encuentra en su habitación aseándose, a penas termine lo traeré de nuevo aquí, para que se presente oficialmente ante usted - decía la rubia acercándose, para ayudar al azabache a levantarse.
- Bien - el azabache recordó todo lo que hizo con Ciel, sintiéndose feliz; aunque, había engañado a Alois, no pensó que se sentiría tan bien; además, creía que Ciel tenía experiencia con hombres, por la forma en que lo sedujo, recordó aquellos hechizantes ojos que lo atrajeron desde el principio, al verse tan exóticos en su fino rostro blanquecino con labios rosa combinando a la perfección, sabiendo que ahora aquel hermoso joven le pertenecía solo a él, hecho que logro que aumentara su posesividad, deseando que nadie más pudiera ver lo que más le seducía de aquel azulino - ¿Todos ya han visto a Ciel en la casa? - pregunto temeroso de que él hubiera sido el último en contemplar su belleza.
- No señor, únicamente el señor Michaelis, usted joven amo y yo, por órdenes de su padre, nadie más debía verlo - Sebastián sonrió complacido, seguramente su padre sabía que él no quería compartir lo suyo con nadie más.
- Elizabeth, dile a Ciel que cubra su ojo rojizo, para que nadie más lo vea, entendido - la joven rubia asintió al pedido de su amo, quien se encontraba emocionado, como si de un niño se tratara al obtener un nuevo juguete, el cual no desea compartir con nadie y solo así poder observarlo y deleitarse con su belleza.
- Joven amo, levántese que debo cambiar las sábanas y arreglar la habitación, mientras tanto puede retirarse a tomar un baño, el joven Alois seguramente no tarda en llegar - escuchando lo que decía Elizabeth, decidió empezar a arreglarse, su prometido siempre iba a su casa y no quería que se enterará que durmió con alguien más en su día especial, por ello le permitió a la rubia continuar con su trabajo.

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Mascota
Fiksi PenggemarLas mascotas son herramientas de placer y satisfacción para los amos vendidas, en el bajo mundo como esclavos, su belleza sin igual es el atractivo para grandes aristócratas y también la calidad, deben obedecer siempre y aceptar cualquier pedido, si...