- Oye, ¿Estás bien? - pregunto un joven de cabello castaño rizado, al igual que sus ojos, piel blanca con pecas en el puente de nariz, vestido con su uniforme y unos anteojos, su apariencia física pertenecía a un doncel.
- No pasa nada solo... recordé algo - limpio sus lágrimas con un pañuelo, que siempre llevaba con él, ante la mirada del otro.
- ¿Quieres un abrazo? - se acercó con la intención de rodearlo con sus brazos, pero el azulino lo detuvo.
- Estoy bien, no te preocupes - bajo la cabeza aun recordando las palabras del rubio, prometido de su amo, de repente otra persona se les unió.
- Macmillan, aquí estás - un doncel rubio de ojos rosa, su cabello largo liso con un corte recto cubría uno de sus ojos, vestía el uniforme del colegio, se veía agitado - Al fin te encuentro - le decía al castaño.
- ¿Que sucede Joanne? - pregunto el castaño de anteojos, al rubio.
- Ya van a iniciar las clases y se supone, que debías recoger el material de la clase - el chico se golpeó la cara, al recordar que el profesor se lo había pedido antes de salir a almorzar.
- Es verdad - volteó a ver a Ciel - Me disculpó por no haberme presentado, mi nombre es Macmillan, encantado de conocerte - termino la frase, esperando que el azulino respondiera.
- Encantado Macmillan, mi nombre es Ciel - el doncel castaño asintió y luego de disculparse, se alejó para realizar la petición del profesor.
- Encantado de conocerte Ciel, mi nombre es Joanne; debo irme, voy a acompañar a Macmillan a recoger el material, si quieres después podemos reunirnos y así charlar un poco - el azulino asintió y se despidió del rubio, sentía que eran buenos chicos y podrían ser amigos; sin más, regreso a su clase, ya se había calmado un poco, pero aquellas palabras aún dolían.
En otro lugar, Sebastián llegaba a su primer día de clase, no conocía a nadie en el lugar, pero eso no le importó; el solo podía pensar en su azulino y en cuanto quería verlo, sintió las miradas de varios donceles y mujeres del salón, pero decidió ignorarlos; de repente, llegó el docente y pidió a varios alumnos presentarse, hasta que llegó a Sebastián.
- Mucho gusto, mi nombre es Sebastián Michaelis, tengo 18 años y elegí esta carrera, por mi interés en dirigir una empresa, espero aprender acerca de la administración y el montaje de una empresa - finalizó para proceder a sentarse en su lugar, escuchando como el resto continuaba presentándose.
Al finalizar la clase, varias chicas y chicos se le acercaron, para conocer más de él, pero en realidad iban detrás de su apellido y su físico.
- Sebastián, ¿tienes pareja? - fue la pregunta directa, de una chica muy interesada en el azabache.
- Tengo un prometido - mintió para alejar a todos aquellos que quisieran algo más, a parte de una amistad.
- Supongo que es un compromiso obligado por tus padres, pero si quieres desahogarte cuentas conmigo, después de todo no estás prometido con amor - decía insinuante, acercándose al azabache quien la miro indignado, al igual que muchos de los que escuchaban la conversación.
- Porque Sebastián debería conformarse contigo, cuando me tiene a mi - contratacó otra chica, intentando acariciar una de las manos del azabache y este solo la apartaba.
- lo siento, pero están equivocados, yo vine a la universidad a aprender y no a conseguir una pareja para engañar a mi muy amado prometido, así que exijo respeto para el de parte de ustedes señoritas y les pido que no se acerquen a mí de nuevo, no me interesan - finalizó levantándose para ir a su siguiente clase, ante la estupefacta mirada de sus compañeros, algunos con admiración y otros con enojo.
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Mascota
أدب الهواةLas mascotas son herramientas de placer y satisfacción para los amos vendidas, en el bajo mundo como esclavos, su belleza sin igual es el atractivo para grandes aristócratas y también la calidad, deben obedecer siempre y aceptar cualquier pedido, si...