31. ― pluto.

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pluto. sleeping at last.

Hasta que un día tuve suficiente
De este ejercicio de confianza.
Me incliné y lo dejé herir,
Y dejé que mi cuerpo
sintiera la suciedad.

Cuando rompo el patrón,
rompo el suelo.
Reconstruyo cuando
me derrumbo.
Me siento más despierta
que nunca antes.

Aún estoy atrapada
debajo del peso
De lo que creí que me
mantendría a salvo.

Así que muéstrame
dónde termina mi armadura,
Muéstrame dónde
comienza mi piel.
Como una última pieza
del rompecabezas
Todo tiene perfecto
sentido para mí

***

Haejin despertó al día siguiente con unas ojeras terribles, producto de haber dormido tan poco. Su padre la había zarandeado antes de que fuera incluso la mitad de la mañana y le había dicho, como solía hacer, que al que madruga Dios lo ayuda, aun sabiendo que ella era agnóstica y que nunca les prestaba atención a sus refranes de anciano.

Se desperezó, se quitó el polvo de encima y abrió con cuidado la puerta del cuarto de su hermano, encontrándolo vuelto un ovillo entre sus sábanas y almohadas . Probablemente se despertaría tarde, así que no se molestó en hacerle un desayuno que estaría frío para cuando quisiera comerlo.

Su padre ya estaba dentro del auto, listo para acompañarla a resolver todos los asuntos de la universidad. Sin embargo, el señor Im no poseía la misma paciencia de su yerno y solo habían pasado unos cuantos minutos cuando ya estaba golpeando el claxon con insistencia. Jaeyoung se removió a lo lejos con fastidio entre su fortaleza acolchada.

Haejin, quien estaba escribiendo una nota para dejársela a su hermano, pegó un respingo ante el ruidoso aviso de que, si no se apuraba, su padre se iría sin ella y le tocaría irse en autobús. Anotó rápidamente la última parte del mensajito y salió corriendo en dirección a la puerta, pensando que, si permitía que el claxon siguiese sonando, Jaeyoung se despertaría.

—Hija... ―llamó su padre una vez estuvieron los dos dentro del auto.

—¿Qué? —contestó Haejin sin prestarle mucha atención, enfrascada en verificar que sus papeles estuvieran en orden.

Identificación, certificados, diploma de la escuela secundaria... —¿Estás segura de que quieres retomar el suneung?

El tan temido Examen de Aptitud Escolar Universitaria para el que se había preparado toda la vida había representado el mayor desafío de su vida. O de sus vidas, en realidad, porque todos los estudiantes de secundaria en el país debían realizar la prueba para ser seleccionados en instituciones de renombre, graduarse con honores y bla, bla, bla.

Al principio no le había prestado tanta atención. Se quedaba dormida durante las horas de estudio, las utilizaba para verse con su novio del momento o simplemente se iba temprano a casa, porque por mucho que los profesores la reprendieran y le dijeran que arruinaría su futuro, nada de eso cabía en su rebelde mente adolescente. Eventualmente, el curso de sus ideas cambió y terminó uniéndose al resto, repasando sus notas hasta últimas horas de la noche y durmiendo menos de lo esperado.

No pasó por obra de magia, claramente. Su padre, una vez se dio cuenta de que había mentido (y que su hermano había acolitado dichas mentiras) la castigó por meses enteros, incapaz de comprender cómo su hija había jugado de tal forma con el futuro que tenía por delante como si no importara nada. Recibió el informe de sus docentes con el rostro impávido, sin mostrar ninguna expresión y dejó salir todo su enojo y decepción cuando llegó a casa luego y esperó paciente a que llegara Haejin de sus "horas de estudio".

stay with me » p. chanyeolDonde viven las historias. Descúbrelo ahora