Capítulo 2

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Narra Alicia

Mis lágrimas caían y caían...odiaba estar así, siempre que me ponía así faltaba a la escuela por una semana o más. Nadie sabía lo que me pasaba, solo era un problema que me había ocurrido en mi infancia, pero no lo hablaba con facilidad.

Y ahora, frente a aquella profesora, derramando mis lágrimas...era horrible esta situación.

Por favor, responde ¿Estas bien?-Mis palabras no salían, tenía un nudo en la garganta...sabía que si habría la boca me pondría peor.-Alicia, habla.-Negué levemente con la cabeza, no iba a hablar, ya estaba decidida.-Ven.-Me sorprendí al ser llevada con calma, con su mano aún sosteniendo mi muñeca. Su mano, tan suave, me gustaba su contacto, era...acogedor, por alguna razón...sentía que no quería alejarme de ella, me sentía protegida.-¿Quieres un vaso de agua?-Me preguntó al llegar a su oficina. Asentí, mientras que con el dorso de mi mano limpiaba las lágrimas que aún caían por mis mejillas.-Ten, tómalo con calma, yo estoy aquí.

Varios minutos pasaron desde que entramos a aquel salón. Aún no hablaba, no respondía, solo observaba. Observaba cada movimiento que aquella mujer realizaba, cada mirada de preocupación que me dedicaba...pero no podía hacer nada. Temía que si hablaba ella viera la debilidad de mi alma en su totalidad.

Veo que ya estas mejor.-Dijo con una leve sonrisa al ver que mis lágrimas habían dejado de aparecer.

Perdón.-Susurre arrepentida, y grande fue mi sorpresa al sentir como sus brazos me rodeaban.

El calor que sentí en ese momento invadió mi alma, me sentía querida, acompañada...algo que no había sentido desde hace cinco años...o más.

Tu no te preocupes por eso, todo el mundo necesita llorar...tu no eres la excepción.-Fueron sus palabras mientras acariciaba levemente mi espalda.

¿Por qué me gusta tanto su presencia? Esto es raro.

Gracias Srta. Sofia.-Dije mirándola, pero mi corazón se aceleró enormemente cuando sus labios tocaron los míos con dulzura.-¿Por qué?-Le pregunté confundida. Ya no lo entendía.

Perdón...solo me deje llevar.-Dijo con un tono de voz arrepentido.

Usted esta casada. Usted misma me lo dijo.-Ella suspiro.

Por alguna razón...mi corazón se siente bien ahora.-Dijo, y yo me sobre salte al sentir que su mano acariciaba mi trasero.-Por favor...se mi amante.

Yo...-No tenía palabras para esto, tenia miedo. Mi corazón estaba acelerado, mis mejillas ardían...me sentía bien...¿Por qué? Esto es raro.-Quiero ser su amante.

Narra Andres

Suspire aburrido. Odiaba la clase de Matemáticas. La maestra Rosa era amable y todo, pero las matemáticas nunca han sido lo mío.

Alicia, hagame el favor de contestar a la pregunta número seis.-Mierda.

Ella se retiro del salón profesora Rosa.-Contestó Maria con simpleza.

Ella...Entiendo, será mejor dejarla sola. Gracias por informar.-Contestó ella comprensiva.

Solo cuatro profesores saben sobre su situación...pero...¿Qué es lo que le paso? Ni si quiera yo, su mejor amigo, se sobre esto.

Para el amor no hay edadDonde viven las historias. Descúbrelo ahora