Capitulo 3.

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Se giro asustada, estaba pálida, sus ojos estaban abiertos grandemente, no la conocía, no recuerdo haberle molestado o dicho algo malo, no entiendo por que esta tratando de arruinar mi casillero.

—¿Que sucede?–dijo con la voz temblorosa.

—Nada, solo quería hablarte para escuchar tu hermosa voz–conteste sarcásticamente.

—Pues ya la escuchaste, así que... ¡Feliz día!–contesto para luego intentar escapar.

No iba dejar que se fuera así como así, necesitaba saber si acaso se trataba de una broma o algo, la tome de la muñeca y la puse frente a mí.

—¿Ves eso?–pregunte mientras señalaba mi casillero.

—Si, es un casillero–respondió.

—¿Y sabes de quien es?

—De...la escuela–contestó confundida.

—No tonta, es mio y me encantaría saber porque querías abrirlo.

—Por....nada.

—Bien, lo abriré, claro si no te molesta.

—¡No!–grito mientras se ponía frente al casillero.

—¡A un lado estorbo!–dije mientras la empujaba.

Ella salió corriendo, suspire molesto, abrí mi casillero lentamente, no pasó nada, creí que habría metido una serpiente, algún mapache o probablemente me salpicaria pintura, esto era extraño.

Encontré una nota, la tomé, esta decía:

"¡Hola!

Quería decirte que me gustas y que me encantaría conocerte, por cierto hoy te ves muy lindo :)

Att: Anna"

¿Yo? ¿Gustarle a ella? No la culpo, soy muy guapo y encantador, pero tenía un presentimiento de que no era para mi ¿Se habrá confundido?

Seguramente era así, estaba a punto de arrugar el papel y tirarlo pero...no podía.

Era un simple papel, con palabras que probablemente ni estaban dirigidas a mi, pero aún así no quería arrugarlo.

Lo mejor sería guardarlo, arreglar el malentendido y listo, lo metí en mi libro para que no se arruinara.

☀☀☀

No dejaba de pensar en ella, recordaba la escena una y otra vez en mi mente y creía que tal vez fui algo brusco, tal vez debería disculparme...¿Pero que estoy diciendo? Me parecia que estaba siendo patético ¿La habré asustado? No quise verme como un imbecil.

—¡Diego!–grito el profesor.

—¿¡Que quiere!?–respondí molesto.

—¡No me hable de esa manera!

—Entonces no me moleste.

—¡A dirección!

—Que molestia–susurre.

Me dirigí a dirección, caminaba lentamente por los pasillos, me detuve al ver que Anna salía de la enfermería, la enfermera salió tras ella y la detuvo, me escondí para escuchar que le decía.

—¡Anna espera! Tomate esta pastilla, te ayudara con tu dolor de cabeza.

—Gracias señora Jensenn.

—De nada querida.

Así que estaba enferma...creí que estaba evitandome, por alguna razón eso me hacía sentir bien, no que estuviera enferma, era el hecho de saber que no me evitaba.

☀☀☀

Entre a casa, deje mi mochila en el sillón, fui a la cocina, mi madre estaba ahí, la abrace, ella sonrió.

—¿Como te fue?–preguntó emocionada.

—Pues...–no pude evitar sonreir– te agradezco que hayas hecho que fuera a estudiar.

—¿En serio?

—Si, lo digo en serio.

—¿Que sucedió?

—Nada importante...

—¡Dime! No me dejes con la duda.

—Yo llevaré a Sabrina a la escuela esta semana–dije cambiando el tema.

Salí de la cocina, subí a mi cuarto y antes de cerrar la puerta pude escuchar como me gritaba molesta pidiendome que le contará.

Me acosté en mi cama, no podía dejar de pensar en la nota...mañana sería otro día y resolvería lo de la nota.

¿Cómo hago que me ames? Donde viven las historias. Descúbrelo ahora