Fuck you!

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Me gustaba sentarme en la cafetería, aunque eso implicara que recibiera miles de miradas burlonas y me viera obligado a soportar las pequeñas risas que algunos estudiantes no lograban guardar.

Además, también me encantaba porque Kellin siempre entraba exactamente a las 10:32 a.m. para recoger su charola de comida.

Entraba por aquella puerta, saludaba a su amigo Jack que se encontraba a dos mesas de la mía; volteaba y me guiñaba un ojo mientras caminaba hacia donde servían el desayuno; tomaba una charola roja y se formaba en la fila a esperar pacientemente su turno.

Mientras todo eso pasaba, yo no dejaba de observarlo como todo idiota enamorado, y a él le encantaba jugar conmigo.

Me brindaba un espectáculo que duraba aproximadamente doce minutos.

—Victor Fuentes— me habló una voz que conocía perfectamente y decidí ignorar— Te estoy hablando, negro.

—¿Qué quieres Jaime?— pregunté mientras rodaba los ojos y observaba el reloj—.

10:25 a.m.

—Vengo a proponerte algo, Vic— dijo Jaime aún a mis espaldas— Sería mucho más romántico si voltearas a verme.

—¿Qué?— pregunté confundido— ¿Romántico?

Pude escuchar un suspiro de frustración por su parte, supongo que porque nada más no me dignaba a voltear para verlo.

Dejó unas flores sobre la mesa en la que estaba sentado y justo frente a mí.

10:27 a.m.

—¿Qué es esto?— pregunté viéndolo por fin—.

—Flores, idiota.

—Si sé lo que son— dije rodando los ojos y levantándole mientras quedaba frente a frente con él— Me refiero a que: ¿para qué me las das?

—Son para ti— dijo Jaime suspirando levemente mientras movía nerviosamente sus manos— Y...

10:31 a.m.

—¿Y...?— pregunté alentándolo a seguir—.

Ni siquiera se esforzó en seguir hablando, simplemente me tomó de los hombros y me acercó de un golpe a él, haciendo que nuestros labios chocaran y se unieran en un rudo y horrible beso.

10:32 a.m.

Kellin Quinn no tardó en entrar a la cafetería, haciéndome reaccionar de inmediato.

Empuje a Jaime lejos de mí, ocasionando que trastabillara levemente y me viera completamente sorprendido por mi reacción.

Aunque bueno, supongo que era algo lógico que reaccionara así.

No todos los días llega tu ex con flores y te besa de improviso justo frente al chico que intentas que sea tu nuevo novio.

Así es, muy raro.

—¡¿Que mierda te pasa?!— exclamé molesto—.

—Vic, sólo intento hacer que esto funcione— dijo mientras intentaba acercarse de nuevo— Ambos lo deseamos...

—¡Yo no deseo nada!— dije de nuevo con tono exaltado— ¡Supéralo Jaime!

—Vic, ¿te gustaría ser mi novio?— preguntó Jaime haciendo caso omiso a mis palabras—.

Era un poco desesperante el hecho de que Jaime siguiera insistiendo cuando fue él quien cometió el error de andar con otra chica.

Aunque no puedo negar que me fascinaba el gesto de enojo y celos que tenía Kellin en ese momento.

—No— dije saliendo de mi pequeño trance—.

—Pero— dijo Jaime acercándose de nuevo— Lo deseamos y...

—¡Mierda!— exclamé desesperado al ver que insistía una vez más— ¡Jodete, Jaime! ¡no quiero tener nada contigo!

Jaime me observaba con sus ojos casi llorosos. Es decir, lo entendía, se sentía horrible cuando alguien te rechazaba, y más si era el chico que te gustaba.

Y aunque me hacía sentir un poco culpable por la manera en la que le hablé, al mismo tiempo deseaba que entendiera que no buscaba y no quería volver con él.

—Jodete Víctor Fuentes— dijo Jaime antes de echar a correr y arrojarme las flores—.

Suspire levemente al darme cuenta de lo mal que debí de verme.

Era genial poder rechazar a una persona cuando yo he sido el rechazado últimamente, pero me sentía horrible al saber que probablemente Jaime ya se encontraba llorando en los baños o en la cancha de basquetbol.

Volví a suspirar para distraerme de mis pensamientos y poder pensar con claridad la próxima decisión.

Sentí una mano sobre mi hombro que podía reconocer perfectamente. Mi mente era todo un torbellino de pensamientos que ese tacto ni siquiera causó el mismo efecto que solía causar.

—Vic...— habló la voz de Kellin—.

—Ahora no, Kells— dije mientras tomaba mi mochila y la colgaba sobre mi hombro—.

—Pero creí que podríamos...— volvió a insistir—.

—No— dije de nuevo—.

Kellin me observó atentamente, como si no pudiera creer que había dicho "no".

Ni siquiera tuve el valor de esperar a que me contestara, o que me preguntara si todo estaba bien, simplemente le di la espalda y empecé a caminar hacia la puerta de la cafetería.

NO [Kellic]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora