Capítulo 6

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Habían muchas cosas que podrían haber sido peor, mucho peor, pero en lugar de eso solo tenía más preguntas. No quería sentirme como la típica princesa de las películas que solo pensaba en el más apuesto de la escuela, eso no era para mí, ni siquiera conocía a la persona que ocupaba cada insignificante pensamiento en mi cabeza. Estaba llegando a ese nivel en el que su nombre sonaba dentro de mí hasta cuando estornudaba. El nombre "Michael" daba vueltas en mi cabeza y el ¿Por qué? no lo sabía, más bien no podía llegar a entenderlo. Su extraña forma de ser tan perfecto, tan incuestionable era lo que más me fastidiaba, incluso esa mirada de depredador, como queriendo que yo fuese parte de su cena. A lo mejor no quería devorarme, pero se le notaba a kilómetros que quería convertirme en su nuevo capricho del año.

Al día siguiente volví al instituto, mi cabeza iba explotar, tenía tantas cosas en las que pensaba que ya no podía más en mi tercer día y eran recién las tres de la tarde (debía salir a las cinco), mis tareas eran demasiado fáciles y todavía no encontraba a alguien que sintiera la misma pasión que yo por los estudios. Era mi último año en la escuela y si al tercer día ya estaba estresada, no quería ni pensar en todo lo que me quedaba, ni mucho menos en lo que ya había pasado con el resto de mis compañeros. Ninguno de ellos me tomaba en cuenta, como de costumbre era una de las invisibles, creía que tal vez era para mejor que fuera así, pues yo tenía otro punto de vista con respecto a lo que significa estar sola en un lugar tan grande, más bien estar sola en una nueva escuela. Eso, a mi parecer, si era preocupante.

Tenía que tomar la clase de Literatura, era mi asignatura preferida a pesar de que era el más largo, tenía la fuerza de voluntad suficiente para aguantar. Cuando estaba a punto de entrar al salón de clases me encontré con el equipo de fútbol en la entrada, todos ellos clavaron sus asquerosos ojos en mí, muchos de ellos eran muy apuestos, pero eso no era suficiente, ya que debía reconocer que nunca había visto a tantos imbéciles juntos. Qué manera de hacer el ridículo, creyendo siquiera en la más mínima posibilidad de que les dijera una palabra. En el fondo me daba exactamente igual, prefería seguir caminando y guardar mi manera de pensar solo para mí. Prefería dejar que el resto tuviera su propia percepción de mi persona, a ser un personaje sínico que solo se encarga de dejar bien su imagen ante personas con el mismo nivel de sinismo. La hipocresía no era lo mío.

Fue entonces que volví al mismo lugar de siempre y él se acercaba, con malas intenciones, avanzó un poco más y de nuevo se sentó a mi lado, yo intentaba descifrar que era lo que pretendía. Lo único que sabía era que si me llegara a fastidiar solo un poco iba a tener que ponerlo en su lugar y no de la mejor forma. Lo único que hacía era mirarme otra vez sin cansarse, con esos ojos verdes, en ocasiones azules, que extrañamente resplandecían con su pelo negro, yo lo único que quería era salir de allí, porque Michael no era el único que me miraba, los del equipo de fútbol lo hacían también, sobre todo su tan nombrado "líder", al menos ellos no intentaban disimularlo. Todo parecía estar relativamente bien, al menos hasta que la profesora exclamó –Por favor señorita Meyers, podría darme una mano con esta teoría. Solo para que se integre en la clase–. Yo no quería ni siquiera mirar a mi alrededor, sabía que estarían todos mirándome y eso me aterraba, podía haber escogido a cualquier persona, pero yo seguramente era la menos indicada. En ese momento estaba lista para responder, pero se escuchó decir –Yo creo que la novata debería darnos una mano a todos Srta Pearce–, la maestra se sorprendió y se dirigió a él diciendo –¿A qué se refiere Sr. Golan?– y el muy idiota respondió –Ya sabe, los chicos tenemos la necesidad– diciendo eso todo su grupo se hecho a reír junto con algunos más de la clase. Al ver mi complejidad en la situación la maestra tuvo que intervenir y dijo –Quiero creer que no escuche semejante estupidez Ariel. No quiero tener que hablar con tu padre acerca de tus necesidades–. De pronto los papeles se invertían, ahora ni sus propios amigos se aguantaban las ganas de reirse de él, sonreí con sarcasmo y lo miré a los ojos para que supiera que por dentro me estaba burlando de él. Nunca olvidaría su rostro, ni menos lo que me intentó hacer pasar el primer día, nunca olvidaría a Ariel Golan y su tan predecible estupidez.

Con respecto al otro dramático personaje, no aportaba más que su inoportuno silencio, no había lugar ni tiempo para algo más viniendo de él. Michael me demostraba a su manera que no porque sean sus amigos, él se comportaría igual que ellos, en lugar de eso, solo los miraba avergonzado y con aire de furioso, sometido en una situación embarazosa la cual no estaba dispuesto a tolerar. Y yo que creía que sería igual a los demás y que se reiría junto a ellos, cualquiera hubiese pensado lo mismo que yo al ver su actitud los primeros días, pero sin embargo demostró todo lo contrario. Seguía pensando firmemente en que tal vez lo estaba aparentando, que estaba intentando demostrar valentía o dureza en un momento como ese. ¿Por qué?, pues porque tarde o temprano tendrá que ganarse mi confianza.

Cuando salí del salón solo pensé en que todos los del equipo de fútbol iban a fastidiarme o algo por el estilo, después de todo, por mi culpa humillaron a su amigo y a su líder, sabía que se burlarían de mi apenas me vieran, así que decidí evitar topármelos en la escuela. En el momento en que los vi pasar por el inmenso pasillo retrocedí queriendo entrar al baño de damas, no tenía cómo ver detrás de mí y por eso creo que me equivoqué de baño. Iba llegando a la puerta y choqué con alguien, solo pude aferrarme a su camisa abierta y sentir su tan perfectamente endurecido torso mientras le daba la espalda. Tropecé hasta casi caerme, volviendo todo en probablemente la situación más incómoda de mi vida. Aquella persona me sujetó la cintura pervertidamente; o al menos eso pensaba yo; sus manos no pretendían soltarme y podía sentir su aliento en mi cabeza, me sentía totalmente responsable de hacer pasar a alguien por esa extraña situación y sin embargo, yo, la muy estúpida, me quedé parada ahí como si no estuviera pasando nada, era como si el mundo entero se me detuviera y mi corazón estaba a punto de detenerse. Como de costumbre, creí que no podía ser peor, pero tomé sus manos y las separé de mí para poder verle la cara, entonces me di cuenta que tenía, de un segundo a otro, a Michael pidiéndome disculpas.

Estaba a punto de desmayarme justo como en las películas, no sabía que decirle ni que inventar, los ojos de Michael me miraban fijos a los míos y algo por dentro se encontró muy atraído o más bien atado hacia él. Yo tartamudeaba como niña pequeña en su primera lectura, no supe que decir hasta que él decidió hablar. –¿Estás bien?– preguntó, a lo que yo un poco más despierta le respondí –Si. Yo solo, lo siento mucho. No te vi–, sonrió por un momento casi riendo y agregó –Evidentemente no me viste–, asentí con la cabeza sin decir nada, dentro de mí me decía "Despierta Annie", pero en realidad nadie más hablaba. Excepto él, –De todas maneras fue mi culpa. No acostumbro a dejar que me vean– exclamó dejándome sola, yo quedé como si estuviera esperando algo más, cómo era posible, si ni siquiera dije una sola palabra en toda nuestra poco excitante conversación, ¿Qué rayos me pasaba?, yo jamás había sentido algo como eso y sucedió en menos de 5 minutos, este día no podía volverse más extraño.

Cuando regresé a casa, esta vez, Nana estaba despierta y lo único que hizo fue mirarme a la cara para darse cuenta de que algo me había pasado hoy, no sé cómo lo hacía pero de algún modo adivinaba que se trataba de un chico, porque me preguntó –¿Por qué traes esa cara?, deberías estar estresada como todos los días cariño–. Yo la miré y entonces entendí que no podría escapar de ella, solo le comenté un poco la situación y ya lo había descubierto todo mucho antes de que fuese un poco más clara. Mi vida no podía ser más enredada, por una parte estaba dispuesta a olvidar lo que había pasado con Michael y dispuesta a volver a ser la misma, después de todo sabía que no debía dejarme llevar y menos estando en un instituto que era mucho más problemático que un internado, pero por otra parte, comprendí que de algún modo lo había disfrutado, aunque sea por un fragmento de segundo. Me fui a la cama pensando en lo mismo, ¡Dios mío!, si me dieran la oportunidad de no tener más pensamientos, enserio la aceptaría con gusto. Nuestros pensamientos, al final, siempre terminan traicionándonos, solo sirven para combatir a los sentimientos que salen de nuestro pecho y por privarme de muchas cosas es que los odio un poco.

Welcome to my World [EN CORRECCIÓN]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora