[POV MIRIAM]Mientras me arreglaba el pelo Amaia me observaba desde el marco de la puerta, embelesada.
—¿Sabes? Eres la mujer más hermosa que he podido llegar a conocer.–Sonreí.– Eres preciosa, Miriam. –Le sonreí tímidamente.
—Gracias Amaia...
Ella se acercó y se puso detrás de mi, la vi reflejada en el espejo de mi habitación.
—No tienes que darlas, solo soy realista y sincera. –Suspiró. –Creo que... Ya estás lista para decirle a Ana todo lo que sientes por ella. Es hora ya de lanzarte a la piscina leona.
Fruncí el ceño.
—¿Y si no se nadar? –Me giré a ella. –¿Y si me ahogo? ¿Y si...?
—Miriam. –Puso ambas manos en mis hombros, suspiré. –Tranquilizate, ¿Quieres? Se trata de Ana. Es la mujer de tu vida.
—La mujer de mi vida eras tu. –Dije en un susurro. Agaché mi mirada.
Y aquí estaba de nuevo la Miriam aterrada, la cagada de miedo, la débil.
—hey...–Acunó mi cara en su cálida mano derecha. Me fijé en ella, hoy estaba muchísimo más guapa de lo normal, parecía que tenía mucha más luz en su alma. –Escúchame una cosa y solo te la diré ahora, por que no tenemos tiempo de que te la vuelva a repetir. –Le di paso a que siguiese con su discurso. –Yo podré haber sido la mujer de tu vida, pero, la mujer para tu vida es Ana. Puede que de alguna manera siempre regreses a mi en algún pensamiento por todo el tiempo que pasamos juntas, por lo bien y bonito que tu y yo nos amamos, fue un buen amor, pero, Ana, la mujer para tu vida es con la que compartirás todos los momentos que tengas ahora a lo largo de tu vida, tanto los buenos como los malos, ella estará a tu lado, dándote la mano cuando necesites agarrarte cuando te tambalees, te ofrecerá su aire cuando sientas que te asfixias, te ofrecerá sus brazos cuando busques refugio, te ofrecerá su sabiduría cuando busques consejo, y sobretodo, te dará amor, muchísimo amor, tenlo por seguro. Ella te ama.
Varias lágrimas cayeron por mis mejillas. Estaba angustiada.
—¿Tu como sabes todo eso? –Dije entre sollozos, estaba aterrada.
—Por que ... Lo he visto, yo...Uhm... –Pensó un momento.– Los que son como yo tenemos esa capacidad... –Suspiró.–No te puedo contar nada más Miriam, solo que tengas fe, en ti, en Ana, en lo vuestro. Vive, no tengas miedo. Ama y se libre.
Cuando iba a contestarle oí mi móvil, el cual estaba sobre la cama, me giré a mirarlo y al volver a mirar en dirección de Amaia no estaba, lo había vuelto a hacer. Desaparecer.
Descolgué la llamada.
—Hola Mimi. –Dije para después soltar un suspiro mientras secaba mis lágrimas.
—Hey, ¿Va todo bien? Te noto rara la voz. –Preguntó preocupada.
—Si, si, es solo que estoy un poco nerviosa. –Reconocí. –¿Ocurre algo? ¿Por qué me has llamado?
—Pues para concretarte a ti el tema de la cita. –Empezó a decir.– Aparte de haber reservado mesa esta noche en ese lujoso restaurante del hotel también Ana ha reservado una habitación, ya sabes para que reforceis ese amor que tanto...
—¡Mimi! –Dije avergonzada.
—Hija que somos mayorcitas, el sexo no debería de ser un tabú, por el amor de Dios. –Rió. Tras una pausa siguió hablando. –¿Estás ya lista?
—Me queda maquillarme un poco. Pero ya estoy. – Puse el modo altavoz y dejé el móvil encima de la mesa para maquillarme.
—Está bien. Ana hace ya rato que lo está. – Otra vez se hizo el silencio.–Oye Miriam...