13. La verdad

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En el capítulo anterior...

Miriam intentó desenredarle el pelo con cuidado, comenzando a cepillarlo por las puntas y subiendo poco a poco hacia los líos que se le habían formado para deshacerlos. Mantuvieron el silencio, a excepción de las pequeñas quejas de Amaia cuando le daba algún tirón y las disculpas de Miriam.

-Ya está. –susurró Miriam cuando acabó, aunque no dejó de tocarle el pelo.

Le empezó a acariciar el pelo mojado hasta llegar a los hombros, donde descansó sus manos, acariciándolos suavemente. La piel de Amaia se erizó bajo su tacto y sus miradas se encontraron en el espejo.

Miriam no dejó de mirarla mientras bajaba por su brazo, acariciándolo entero hasta llegar a su mano, donde entrelazó sus dedos. Vio como las mejillas de Amaia se tornaban un color rojizo, y sabía que quizá no deberían estar teniendo un momento tan íntimo de aquella forma, pero es que no podía evitar querer estar tan cerca de Amaia, sentir su piel estremecerse bajo su tacto.

Fue entonces cuando le vino una imagen a la cabeza, algo a lo que ya se estaba acostumbrando cada vez que estaban tan cerca. En esta ocasión era Amaia la que estaba detrás de ella, completamente pegada a su espalda, con las manos entrelazadas mientras las dos sujetaban un arco.

Las dos abrieron los ojos a la vez y Miriam notó el escalofrío que recorrió todo el cuerpo de Amaia. En ese momento se dio cuenta de que aquella vez no había sido la única que lo había visto. Que lo había sentido.

Y es que Amaia acababa de experimentar exactamente lo mismo. A la vez que ella.

Miriam apartó la mirada y la mano de la otra chica, carraspeando un poco para disimular.

-Vamos a perder el bus. –dijo, girándose para recoger sus cosas.

Amaia parpadeó unas cuantas veces para salir del trance.

-Sí, vamos. –dijo, cogiendo su cepillo y guardándolo en la mochila.

Salieron del vestuario poco después, las dos calladas y sin saber qué decir. Por suerte fuera se encontraron con Raoul y Mimi, que las acompañaron hasta la parada del bus, y para entonces ya tenían otro tema de conversación del cual hablar.

Aunque ninguna de las dos pudo dejar de pensar aquella tarde en lo que había pasado en el vestuario.

***

2018

–¿Seguro que no puede ser otro día?

Miriam rodó los ojos, mientras se seguía aguantando el teléfono en la oreja.

–Que no Mireya, salimos mañana y punto. No voy a hacer cambiar los planes de todo el mundo solo porque tú quieras venir. Además es que no los conoces de nada.

–Pero quiero conocer a esa tal Amaia que te trae de cabeza.

Miriam se sonrojó ligeramente.

–Que pesada... –murmuró. –Ya la conocerás en otra ocasión.

–Me lo prometes, eh.

–Que sí... les das recuerdos a tus padres de mi parte, ¿vale?

–Sí. Que os lo paséis muy bien. Y lánzate.

Colgó el teléfono con una sonrisa mientras ladeaba la cabeza. Su mejor amiga era un caso, pero la quería más que a nadie. Volvió a fijar la mirada en la pantalla del ordenador, donde tenía abierto un documento de Word con el nombre "almas gemelas". Llevaba días buscando información por todas partes, recopilando datos que le parecían importantes o relevantes en su relación con Amaia. Le seguía pareciendo una locura todo aquello, pero cada vez se lo creía más. Había subrayado las partes que más le impactaban.

Until We Meet AgainDonde viven las historias. Descúbrelo ahora