2018
—Miriam.
—¿Amaia? —dijo Miriam, con los ojos medio cerrados y el teléfono en la oreja mientras se incorporaba en la cama. —Son las seis de la mañana, ¿qué coño pasa?
—Lo he encontrado.
—¿Qué? —preguntó desorientada.
—A mi hijo, que lo he encontrado.
A Miriam se le abrieron los ojos de golpe.
—¿Qué? —repitió, pero esta vez más consciente. —¿Pero cómo? ¿Y a las seis de la mañana?
—He encontrado su dirección.
—No entiendo nada.
—Vístete y quedamos.
—¿Ahora?
—Quiero ir a verle lo antes posible.
—Amaia, no va a estar despierto a esta hora. Nadie está despierto a esta hora. Y menos un sábado. A no ser que vuelvas de fiesta, pero no creo que tu hijo de 79 años esté para mucha fiesta.
—Cállate y vístete, voy para tu casa.
—Pero...
No pudo decir nada más, pues Amaia ya había colgado. Se quitó el teléfono de la oreja y se lo quedó mirando durante unos segundos hasta que se volvió a iluminar, indicando una llamada entrante de Amaia. Miriam rodó los ojos y descolgó.
—Dime tu dirección, que no sé dónde vives. —le dijo Amaia.
A Miriam se le escapó una sonrisa.
—Ahora te paso ubicación.
Colgó el teléfono de nuevo y después le pasó la ubicación. Se levantó de la cama para lavarse la cara y vestirse y después se volvió a tumbar a mirar el móvil mientras esperaba. Estaba a punto de dormirse de nuevo cuando oyó el timbre. Se levantó de un salto y fue corriendo a abrir la puerta.
—Hola. —dijo Amaia.
—Hola. —le sonrió Miriam.
Las dos se quedaron mirando paradas, sin saber bien qué era lo que venía a continuación.
—¿Puedo pasar? —fue Amaia quien rompió el momento incómodo.
—Sí, claro.
Miriam se apartó para que la otra chica pudiera pasar y cerró la puerta detrás de ella.
—¿Tu compañera de piso está durmiendo? —preguntó Amaia.
—No está, durmió en casa del novio.
—Ah.
Estamos solas, fue lo que las dos pensaron a la vez.
—¿Desayunaste? –le preguntó la de rizos. —Si quieres puedo preparar algo.
—No, no tengo hambre, gracias.
—Pues yo me voy a preparar un té. —dijo Miriam, caminando hacia la cocina. Amaia la siguió. —Oye, cuéntame cómo demonios has conseguido la dirección de tu hijo.
—Es un poco complicado. Digamos que me he pasado toda la noche mirando en antiguas páginas amarillas.
—¿No dormiste en toda la noche? —se giró hacia ella, y Amaia negó con la cabeza. —¿Quieres un café o algo?
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Until We Meet Again
Hayran Kurgu-Nos volveremos a encontrar. -¿Me lo prometes? -Te lo prometo. El mundo será distinto, pero nosotras seremos las mismas. Ragoney/amiriam soulmates AU