EPÍLOGO

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Septiembre de 2019


—Mi madre tiene una amiga súper maja, y además es muy guapa. Lleva el pelo así como medio rubio y–

—Amaia, no. —contestó Elena. —Deja de intentar liarme con todas las amigas de tu madre.

—Jo, pero es que quiero buscarte novia. —dijo la chica apenada.

—Creo que soy bastante mayorcita para buscármela yo sola.

—¿Y si te haces Tinder?

Elena rodó los ojos.

—Amaia, déjala ya. —dijo Miriam, sentándose a su lado en el sofá. —Qué pesada, de verdad.

Elena soltó una carcajada mientras Amaia se seguía quejando.

—¿Por qué no dejamos el tema y nos centramos en Alex? —dijo la mujer. —Que para algo es su cumpleaños.

Estaban en casa de Elena, la nieta de Amaia, para celebrar el cumpleaños de su hijo menor, que hacía siete años. El bisnieto de Amaia. Después de un año ya se había acostumbrado, pero al principio le había parecido muy raro.

Desde que conoció aquel día a Elena y a André, había seguido quedando con ellos, conectando cada vez más como la familia que eran, o la que deberían haber sido. Todos la habían acogido muy bien. Bueno, a ella y a Miriam, claro, que seguía a su lado como siempre.

En estos meses que llevaban juntas, parecía que se habían enamorado más que nunca. O tal vez era simplemente la euforia de ser libres. Pero el caso es que eran muy felices. Mucho más de lo que nunca se habrían imaginado.

Agoney y Raoul también seguían juntos, como era de imaginar, igual de felices que ellas. Aunque bueno, estos dos se pasaban la vida discutiendo, para ser sinceros. Pero nunca llegaba a ser nada serio, siempre acababan siendo tonterías que arreglaban a las pocas horas. Y entonces volvían a estar igual de empalagosos que siempre.

La sorpresa (en realidad no tanto para algunos que ya se lo veían venir) era que Alfred y Thalía seguían juntos. Habían empezado a salir poco después de acabar las prácticas, y eran absolutamente adorables. Nadie sabía realmente cómo iba a salir aquella relación, pues la última vez no tuvieron ni siquiera tiempo de averiguarlo, aunque ellos no lo recordaran. Pero parecía ir como la seda, y los otros no tardaron en preguntarle a Nerea si creía que eran almas gemelas. La respuesta fue positiva, y entonces Amaia empezó a insistir en que les hiciera la poción para que pudieran recordarse más adelante. Nerea se había negado, pues le aclaró que no era la misma situación que cuando ellos la tomaron y no se podían hacer esas cosas a la ligera. Pero Amaia era muy insistente, y estaba segura de que la rubia acabaría cediendo.


Alex había acabado de soplar las velas, y estaban repartiendo el pastel cuando Miriam le llamó la atención a Amaia.

—¿Viste el mensaje de Nerea?

—¿Qué mensaje?

—Dice que si podemos ir a su casa a ayudarla con una cosa.

—Pues vamos, ¿no?

—Quiere que vayamos mañana. A las seis de la mañana.

—¿Qué? —la miró alarmada. —¿Con qué quiere que la ayudemos un domingo a las seis de la mañana?

—No especificó. Pero seguramente será de eso...

Amaia suspiró.

—Nadie podrá decir que no creo en el amor, eh. Lo estoy dando todo por estas dos.

Until We Meet AgainDonde viven las historias. Descúbrelo ahora