capítulo tres

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Estoy sentada frente a la ventana viendo como amanece, no he dormido en toda la noche y me noto los ojos hinchados y rojos de tanto llorar. Luna está apoyada en mi hombro y duerme profundamente hasta que le toco suavemente la mejilla. Le deseo un buen día y ella se despereza y me desea lo mismo. Tengo claro que no lo será pero decido no decirle nada más y voy hacia al baño.

Paso cerca de mi cama y puedo ver como las sábanas están igual que la mañana del día anterior, en cambio, mi vida, sin duda, ha cambiado radicalmente.

Entro en la pequeña habitación que hace de baño y me miro al espejo casi con miedo. Puedo ver que mis sospechas eran ciertas, mis ojos demuestran todo lo que he llorado y mis ojeras todo lo que no he dormido. Decido no mirarme ni un segundo más, me peino con desgana y salgo por la puerta de la habitación no sin antes despedirme de mis compañeras. No me apetece hablar con nadie así que voy a desayunar muy pronto.

Entro en el Gran Comedor y, efectivamente, estoy sola a excepción de un chico de Hufflepuff que no conozco y de McGonagall. La directora cuando me ve entrar hace un gesto para que me aproxime a ella y le hago caso.

—Bennett, hace usted muy mala cara —me dice en tono maternal—. ¿Le ha pasado algo?

—No se preocupe, profesora —le respondo con la voz afónica de tanto llorar—. He dormido mal, nada más.

Finjo una sonrisa que creo que no convence a McGonagall y me dirijo a mi mesa. El chico de Hufflepuff está mirándome a lo que yo respondo poniendo los ojos en blanco en señal de desaprobación, hoy no estoy para tonterías.

Desayuno lentamente y sin ganas, no tengo hambre en absoluto pero me obligo a comer, no quiero desmayarme a media clase. Pensando en clases mi mente se para en Draco y en que hoy lo veré en Pociones. Por motivos que desconozco algo dentro de mí se remueve cuando pienso en él y eso hace que me sienta aún más desconcertada. Hasta ayer había tenido las cosas muy claras y ordenadas en mi vida y de un día para otro parece que todo se haya puesto patas arriba y eso me molesta profundamente. Me gusta tener las cosas bajo control, intuyo que el azar nunca escoge bien y por eso me encargo de que todo lo que hago tenga un sentido, pero algo me dice que a partir de hoy esto cambiará y tendré que adaptarme.

Ciertamente, me aterran los cambios. Cuando me enteré de que tenía que dejar la escuela muggle para ir a Hogwarts me asusté porque yo ya tenía mi vida hecha, mi pequeño grupo de amigos y sacaba notas excelentes. Aunque en el fondo ya sabía que eso ocurriría algún día, pues mis padres son magos, cuando vi la lechuza con la carta el miedo se apoderó de mí y las inseguridades que nunca habían existido aparecieron de golpe.

Finalmente, cuando me acostumbré a la escuela y a mis compañeros empecé a disfrutar. Todos los años han transcurrido con mucha estabilidad y no esperaba que en el último eso cambiara pero la verdad es que quiero ver que me depara el futuro y quiero ver si mi vida toma un rumbo algo más interesante que el que seguía hasta ahora.

Tras estas cavilaciones, acabo de desayunar rápidamente y me dispongo a salir del Gran Comedor. Cuando llego a la puerta me cruzo con Brandon, veo que él abre la boca y se acerca más a mí como si quisiese decirme algo pero yo corto cualquier conexión que pudiese existir mirándolo mal. Avanzo por el pasillo a paso ligero sin mirar atrás, espero que haya entendido que no quiero tener ningún tipo de relación con él.

La avalancha de alumnos hambrientos que vienen desde sus respectivas casas me coge por sorpresa, todo el mundo va en dirección contraria a la mía y noto como si todos se fijaran en mí, mis ojos aún hinchados deben ser el motivo de tantas miradas apenadas. Decido ignorarlas hasta que el trío de oro se planta delante de mí y Harry me pregunta notablemente preocupado qué me pasa.

Los conduzco hasta un corredor apartado para que nadie nos oiga y les relato toda la noche de ayer, omitiendo la parte de Draco. Conozco la rivalidad entre ellos y no querría meterme en ningún problema. Además, no creo que sea nada relevante, solo fue una conversación puntual o de eso me intento convencer. Sinceramente, esta noche he tenido muchísimo tiempo para pensar y entre el lío de pensamientos apareció Draco en incontables ocasiones.

—¿Y Brandon te dejó allí plantada? —pregunta Hermione indignada—. No me esperaba que fuese así de cobarde, de verdad. No te preocupes que se enterará de quien soy y de que no puede herir a una amiga mía y quedarse tan ancho.

El resto del grupo le da razón y yo agradezco su apoyo. Me despido de ellos y me dirijo a mi primera clase del día: Historia de la Magia o lo que es lo mismo: hacer una siesta de una hora.

Miradas [Draco Malfoy]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora