capítulo veintiuno

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Unos rayos de sol distorsionados por las aguas del Lago Negro entran por la ventana de la habitación. Toda la luz de la estancia es de color verdoso y eso me desconcierta momentáneamente.

Estoy tumbada en una cama y sigo con el vestido de ayer puesto. Mis brazos están enroscados en el torso desnudo de Draco y él tiene uno de los suyos debajo de mi cabeza. Sonrío y miro hacia arriba, descubro que el rubio tiene un libro entre sus manos y que no se ha dado cuenta de que ya estoy despierta.

Le doy un beso en el costado y él se estremece ante mi contacto, su vello se pone de punta y decido seguir besando su piel. Deshago mi abrazo y me coloco encima de él, poniendo una pierna por cada lado de su cuerpo. Quito de en medio el libro que está leyendo y beso su cuello. Draco esboza una sonrisa y sitúa sus manos en mis muslos, subiendo un poco mi vestido, a la vez que habla:

—Te veo juguetona, águila.

—No sé como quieres que no lo esté, despertándome en el dormitorio de un apuesto Slytherin, y más aún si lo tiene para él solo —le respondo con picardía, a lo que él parece querer seguir el juego—. Desgraciadamente, no podemos seguir porque tenemos que desayunar e ir al Expreso de Hogwarts, dragón.

Dicho esto, me levanto de la cama dejando a Draco con cara de sorpresa y fastidio. Se levanta él también para perseguirme por la habitación. Obviamente, me alcanza al cabo de poco y quedo atrapada entre sus brazos.

—Te juro que me vengaré, ____, esto no quedará así —susurra él, casi siseando.

Le dedico una sonrisa y, en cuanto me suelta, salgo de la habitación sin pensar, gran error. La sala común de Slytherin no está vacía, en ella hay varios alumnos de la casa de la serpiente, entre ellos, Goyle y Pansy. La chica me examina de arriba a abajo y le susurra algo a su acompañante, yo me doy la vuelta ignorándolos y me dispongo a ir hacia mi sala común.

Justo antes de que salga por la puerta, alguien a mis espaldas coloca una larga túnica en mis hombros.

—No quiero que te resfríes, pequeña —dice la profunda voz de Draco.

Yo me giro para mirarlo y nos besamos apasionadamente. Me acomdo bien la túnica de Slytherin y fijo la mirada en uno de los sofás, donde veo la cara fastidiada de Pansy. Avanzo por el pasadizo con una sonrisa en el rostro.

Después de darme una ducha, ponerme la ropa adecuada y desayunar, voy hacia el Expreso de Hogwarts junto con Luna y Cho, donde buscamos un compartimento para sentarnos.

Después de recorrer la mitad del tren, vemos que hay uno en concreto que solo tiene un ocupante: Draco. Abro la puerta y él levanta la mirada del libro que está leyendo y me dirige una sonrisa.

—Señor lector, ¿podemos sentarnos? —pregunto riendo.

Él asiente con la cabeza, cierra el libro y lo deja en su regazo. Cho y Luna se sientan en el asiento de delante del de Slytherin y yo me siento a su lado. Veo que las chicas miran a Draco interrogativamente, estoy segura de que nunca habían estado tan cerca de él, y decido hacer las presentaciones. Draco y Cho se muestran ligeramente tímidos al principio pero Luna enseguida coge confianza y muestra como es sin vergüenza alguna.

—¿Puedo ver que libro leías? —pregunta la rubia.

Draco aún no ha contestado cuando Luna coge el libro y una amplia sonrisa se forma en su rostro a la vez que nos muestra a Cho y a mí la portada.

—La biografía de Frida Kahlo, ¡adoro esta mujer! —digo sonriendo yo también—. Pero, Draco, ¿desde cuando te interesas por los muggles?

—Desde que he visto que son personas tan válidas como tú o como yo —responde él con un deje de vergüenza.

Yo le doy un beso en la mejilla, feliz de que por fin tenga la mente más abierta. Por lo que los de Gryffindor me habían contado, Draco antes era alguien que creía ciegamente en la pureza de sangre y desvalorizaba a quienes denominaba como sangre sucia.

Draco sonríe, ganando de nuevo su habitual seguridad en sí mismo, y me rodea los hombros con su brazo. Yo apoyo la cabeza en su hombro y entrelazamos nuestras manos, quedando así en un tierno abrazo.

Después de nuestros actos de cariño, Cho me mira con curiosidad y yo me encojo de hombros con una sonrisa. Sinceramente, si alguien me preguntase qué tipo de relación tenemos Draco y yo o cómo hemos llegado hasta aquí, no sabría que responderle; solo sé que su ambición y mi inteligencia se compenetran a la perfección.

Miradas [Draco Malfoy]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora