Pasada la vergüenza inicial, Draco, Luna y Cho llevan un rato hablando con total confianza mientras yo leo el libro que traía el rubio. Parece que las chicas también le han visto el encanto que le vi yo, pues enseguida encuentran puntos en común con él y me alegro muchísimo.
En un momento dado, Luna nos enseña un artículo del Quisquilloso y Draco se ríe estruendosamente pensando que es algún tipo de broma. Por suerte o por desgracia, justamente en ese instante, pasan Jacob y Brandon por delante de nuestro compartimiento. En cuanto los ve, Draco se pone serio de golpe y hace el intento de levantarse pero yo lo retengo con fuerza.
-Draco, cariño, no sacarás nada de pelearte con ellos -le digo tan dulcemente como puedo.
-Parece que ayer no los oíste, ____ -suelta él realmente enfadado-. No soporté que te hablasen de esa forma.
Acto seguido, me lanza una mirada llena de impotencia y me siento extremadamente mal, no quiero que se sienta así por mí.
Cuando la calma parece que ha vuelto a instalarse en el vagón, alguien llama a la puerta. Los cuatro ocupantes nos giramos casi instantáneamente y vemos que detrás de la puerta están Hermione, Harry y Ron. Los dejamos entrar y Hermione nos saluda con una amplia sonrisa; en cambio, los chicos dicen un seco 'hola' e intentan evitar nuestras miradas.
-Vamos, hacedlo -dice Hermione en tono autoritario, se nota que Ron y Harry han venido empujados por ella.
Los de Gryffindor suspiran resignados y en el vagón se respira cierta incomodidad hasta que Ron toma la palabra:
-Draco, lo sentimos y queremos empezar de nuevo contigo.
Un grito de sorpresa y exaltación sale de mi garganta sin que pueda pararlo y me lanzo a abrazar a Harry y Ron. Ellos me reciben bastante sorprendidos pero enseguida me corresponden al abrazo.
-¡Gracias, gracias, gracias! -les digo a la vez que les lleno de besos la cara-. Os agradezco una infinidad que hayáis entendido mi situación.
-Nunca hemos dicho que la entendiéramos, ____, solo la aceptamos -dice Harry riendo.
Yo le doy un leve golpe en el hombro y me separo de ellos con una sonrisa. Draco se levanta para darles la mano cordialmente y disculparse él también. Nunca me hubiera imaginado que llegaría este día: los eternos enemigos reconciliándose.
En el vagón estamos realmente apretados así que nuestros invitados se despiden y nos vuelven a dejar solos. Estoy abrumada y, por su expresión, creo que Draco también.
-¿Dónde está Neville? -pregunta Luna con su habitual mirada soñadora-. Ayer nos lo pasamos muy bien, creo que tendría que ir a buscarlo.
-Te acompaño, Luna -responde rápidamente Cho y se levanta del asiento empujando levemente a la rubia.
En cuanto nos quedamos solos, suelto una gran carcajada a causa de la tensión acumulada, Draco me imita y reímos juntos sin que nada nos importe. Cualquiera que nos oiga pensara que estamos loco pero ya nos da igual, hemos pasado por muchas cosas: miradas incriminatorias, susurros indeseados y llenos de odio e incluso algún que otro insulto. Pasado nuestro ataque de risa, hablo:
-Tengo tu túnica en mi baúl, ¿quieres que te la dé?
-No, quédatela -dice él con una sonrisa-. Tengo tres o cuatro como esa.
Reprimo una risa. Me pregunto seriamente por qué tiene tantas, es decir, ¿quién necesita cuatro túnicas iguales? Draco rueda los ojos ante mi burla y le doy un beso en la mejilla para que me perdone.
Miro por la ventana y veo casas muggles con sus respectivos habitantes muggles y granjas llenas de animales, quiero fijar la vista en ellos pero todos los paisajes pasan velozmente.
De pronto, desaparece la civilización y empieza un denso bosque lleno de árboles de todo tipo. En medio de tal salvaje lugar, una casa a lo lejos hace acto de presencia, puedo distinguir que es muy elegante y que tiene un hermoso jardín. Ciertamente, su propietario debe tener buen gusto.
Al cabo de unas horas, el Expreso de Hogwarts llega a su destino y todos los estudiantes salen de él para reencontrarse con sus familias. Draco y yo no tenemos a nadie que nos venga a recibir, pues yo ayer les envié una carta a mis padres informándoles de que no pasaría la Navidad con ellos, así que salimos del andén 9¾ rápidamente.
En cuanto encontramos un lugar solitario, Draco me coge de la mano y hacemos una desaparición conjunta. No tengo ni idea de donde vamos.
La ya conocida sensación de opresión se apodera de mí y la estación de King's Cross desaparece de mi vista para dar paso a la formidable casa que vi en el tren.
Ahora la puedo observar mejor: tiene cuatro pisos y numerosas ventanas desde donde se aprecian amplias salas decoradas elegantemente. Una alta valla rodea el jardín donde habitan unas plantas muy parecidas a las del libro de alquimia que Draco me enseñó un día.
-Aquí pasarás tus Navidades, ____ -dice el rubio sacándome de mi ensimismamiento- ¿Qué te parece mi casa?
Me doy la vuelta y le miro directamente a los ojos, no puedo creerme que acabe de pronunciar esas palabras. Su mirada gris escruta mi expresión, que es de sorpresa, y busca, sin palabras, que yo hable.
-Es perfecta -le digo, por fin-. Nunca hubiera pensado que tendrías una casa tan bonita.
-Ser un Malfoy tenía que tener alguna ventaja, ¿no crees? -responde él con un deje de tristeza y pesadumbre.
Yo asiento con la cabeza y le abrazo tiernamente. Me duele ver como no se siente orgulloso de sus raíces y me prometo a mí misma que haré algo para mejorarlo. En un futuro, quiero que Draco Lucius Malfoy pueda decir su nombre sin sentir ningún tipo de vergüenza.
-Te quiero, águila -susurra él apoyando sus labios en mi pelo-, y quiero que seamos felices de una vez.
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Miradas [Draco Malfoy]
FanfictionElla es una chica Ravenclaw muy dañada por el amor. Él es un chico Slytherin que nunca se ha enamorado. Llevan siete cursos juntos pero ni siquiera se han mirado, hasta esa noche, esa maldita noche.