El resto del día estuvo marcado claramente por las miradas incriminatorias y susurros poco disimulados sobre mi supuesta relación con Draco. Al trío de oro tampoco le pareció muy bien eso de que le dedicase mi trabajo de Astronomía al de Slytherin, por mucho que les dije que no fue queriendo.
Hoy, por fin, es sábado por la mañana y se celebra el partido de quidditch de Ravenclaw contra Slytherin. Me levanto eufórica y después de ducharme rápidamente voy hacia mi sala común donde todos los integrantes del equipo se están dando ánimos entre ellos y gritando emocionados.
—No te pases al bando enemigo, ¿eh, ____? —me dice Jacob amistosamente y yo niego con la cabeza.
—No podría de ninguna manera —le respondo—. Y aún menos viendo que este equipo tiene un buscador tan guapo.
Le guiño un ojo y me voy riendo. Me giro para descubrir que he dejado a Jacob perplejo y con una ilusa sonrisa en el rostro. Hoy me he levantado de buen humor y creo que se enterará el castillo entero.
Todos los alumnos de la escuela están nerviosos, es el último partido antes de Navidad y, por tanto, del baile de Navidad.
Este año, por iniciativa de los alumnos, se celebrará un baile, quieren que sea tradición cada tres años para conmemorar el Torneo de los tres magos y la muerte de Cedric Diggory. La mayoría de chicas están muy ilusionadas por ello y quieren ganarse la atención de los "mejores" chicos para que las inviten.
Cuando llego al Gran Comedor, confirmo esa teoría, Draco está rodeado por un gran número de chicas que se pavonean. Descubro para mi satisfacción que él no les presta mucha atención, así que decido acercarme. Hoy nadie me para.
—Ya sé porque querías que dibujara esa constelación, dragón —le digo mientras me siento a su lado y todas las chicas que reían estruendosamente callan.
Él levanta la mirada de su plato y sus ojos grises hacen que por un momento me olvide de porque he ido hasta allí. Estos me analizan sin piedad durante unos instantes y toda la seguridad con la que venía parece esfumarse.
—Pensaba que no te darías cuenta, pero a una Ravenclaw no se la puede engañar por lo que veo —dice él y levanta las cejas buscando mi aprobación—. ¿O acaso fue Sinistra quien resolvió el misterio?
Chasqueo la lengua fastidiada y, consciente de que a ese rubio no se le escapa nada, me levanto de la mesa y voy a desayunar donde me toca.
Al cabo de poco, me encuentro sentada en las gradas de Ravenclaw en el estadio de quidditch con Luna y su hermoso sombrero de águila a mi lado.
Cuando los jugadores rivales salen al campo, noto que Draco se asegura de pasar cerca de nuestra grada con su habitual aire de superioridad. Ciertamente, su pelo rubio y su tez pálida lo dotan de una belleza particular y encantadora a partes iguales.
Intento mirarle con soberbia pero en cuanto nuestras miradas se cruzan una sonrisa surge de mi boca sin poder evitarlo. Él sigue serio pero algo en su expresión ha cambiado y luce mucho más confiado. Es la seguridad en sí mismo lo que le hace irresistible y no soy la única que se da cuenta, pues unos susurros detrás de mí halagan al buscador de Slytherin.
El partido lleva igualado desde prácticamente el principio y todo el mundo tiene claro que se decidirá por la ansiada snitch. Los dos buscadores están a una gran altura escrutando el terreno de juego.
Retengo la respiración durante unos segundos cuando veo que Jacob se lanza en picado. Draco se apresura a seguirle de cerca pero esos instantes de diferencia favorecen notablemente al de Ravenclaw que demuestra tener una gran destreza a la hora de volar. Jacob logra alcanzar la snitch justo cuando Draco se iba a poner a su lado.
La grada Ravenclaw estalla y se pone de pie con una alegría desmesurada. Las águilas vitorean a su buscador y él va a celebrar la victoria con sus seguidores.
Al acercarse, puedo ver que esboza su inconfundible sonrisa y se dirige directamente hacia mí. Cuando está a mi altura, abre el puño y deja ver la dorada pelotita. Con la mano que tiene libre, coge la mía para que yo la extienda.
—Siempre cumplo una promesa —dice Jacob al tiempo que pone la snitch en mi mano y yo lo abrazo con fuerza a modo de agradecimiento.
Aún en los fornidos brazos del buscador de Ravenclaw, alcanzo a ver como Draco nos lanza una de sus mortíferas miradas y se va del estadio sin mirar atrás. Una parte de mi felicidad se va con él.
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Miradas [Draco Malfoy]
Fiksi PenggemarElla es una chica Ravenclaw muy dañada por el amor. Él es un chico Slytherin que nunca se ha enamorado. Llevan siete cursos juntos pero ni siquiera se han mirado, hasta esa noche, esa maldita noche.