capítulo cuatro

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No lo reconocería nunca pero, sinceramente, estoy nerviosa. Después de la clase de Historia de la Magia toca Pociones, donde veré a Draco por primera vez después de nuestro encuentro de ayer.

El profesor Binns está explicando las rebeliones de los elfos por enésima vez y yo no estoy tomando apuntes, de hecho, estoy a punto de caer dormida. Siempre me había reído cuando Harry y Ron me decían que la voz de Binns tiene un efecto somnífero pero aquí estoy, con la cabeza apoyada en mis manos y los ojos prácticamente cerrados.

Luna tiene que darme un codazo para que me de cuenta de que se ha acabado la clase.

—Vamos, ____, que toca Pociones—dice Luna y yo sonrío satisfecha—. ¿Cómo puede tu humor cambiar tan rápido?

Río de forma que me parece un poco absurda y le cuento todo lo que pasó durante mi encuentro con Draco la noche anterior. Ella se muestra un poco ofendida porque aún no se lo había contado a lo que yo le respondo:

—Luna, tienes que entender que ayer por la noche estaba demasiado deprimida (y pesada) por lo de Brandon como para contarte esta minucia.

Sigo disculpándome torpemente hasta que me doy cuenta de que ni siquiera me escucha porque se ha puesto a leer El Quisquilloso mientras andamos hacia la clase de Pociones

Estoy pidiendo perdón a una chica de primer año con la que Luna ha chocado cuando noto que unas manos de gran tamaño se posan en mis hombros. Vuelvo a mirar hacia adelante y mis ojos se encuentran con los de Ron.

—Me has asustado —le digo, realmente esperaba que fuese otra persona—. ¿Qué quieres?

—Darte una mala noticia —me responde él—. Acabo de venir de clase de Pociones y el profesor Slughorn me ha encargado decirte que un alumno te hará clases individuales de repaso de Pociones a cambio de que tú le des clases de repaso de Encantamientos.

Dios mío, llevo una semana terrible. Creo que nada más puede ir mal. Lo último que me faltaba era hacer clases de repaso con algún incompetente.

Le doy las gracias al pelirrojo por avisarme y él me dice que ahora va a desayunar por segunda vez. Se larga riendo mientras Harry lo sigue y Hermione se contiene para no darle un golpe con el libro que tiene entre las manos. Cuando la chica pasa por mi lado me sonríe afectuosamente y me acaricia el brazo de forma consoladora, aunque sé que no lo ha hecho con mala fe no puedo evitar pensar que le doy pena y yo odio dar pena por lo que adopto una posición más decidida y segura. Brandon y su recuerdo no van a hundirme.

La clase de Pociones pasa con relativa tranquilidad para todo el mundo menos para mí, el cruce de miradas con Draco se hace muy presente, parece que nos dan igual las tres mesas que nos separan, y mi poción está saliendo realmente mal. El profesor Slughorn pasa por mi lado y me pregunta alzando mucho la voz si estoy atenta o si sus clases son para pasar el tiempo, me sonrojo de forma visible y veo de reojo que Draco está sonriendo pícaramente. ¡Todo esto es culpa suya!

—Aprovecho para decirles, señorita Bennett y señor Malfoy, que no se vayan después de esta clase, hoy mismo empezarán las clases de repaso que se les ha informado que harán, tengo bastante claro que Bennett las necesita urgentemente—sigue diciendo Slughorn mientras los de Slytherin lanzan algunos vítores—. Por favor, no armen escándalo y sigan con sus pociones.

—¿Cómo quiere que no armemos escándalo si nuestro Draco se pasará incontables horas encerrado con esa tal Bennett? —pregunta Pansy visiblemente enfadada.

Slughorn se enfada ante ese comentario y le dice que ella también tendrá que quedarse después de clase pero para cumplir con su castigo. Río flojito y sigo con mi poción hasta que veo a Goyle lanzándole una mirada llena de complicidad a Draco y este le corresponde fulminándole con la mirada. Vuelvo a reír y veo que Cho se dirige a mí:

—Siempre he pensado que Malfoy es irresistible —me susurra ella—. Ten cuidado o caerás en su trampa como ya han hecho muchas otras chicas antes, este chico tiene fama de no haberse enamorado nunca y de haberse acostado con la gran mayoría de chicas de su casa. No quiero asustarte ni mucho menos, solo vigila.

Le respondo de forma escueta y mis ojos se vuelven a posar en el rubio, nuestras miradas chocan, él sonríe y me guiña el ojo casi imperceptiblemente. Algo en mi interior se remueve de forma abrupta y me veo obligada a respirar profundamente para tranquilizarme un poco. Quiero hacer caso al consejo de Cho porque sé que de chicos sabe un rato pero puedo asegurar que con el de Slytherin se necesita algo más que inteligencia para lidiar con él y no morir en el intento.

Miradas [Draco Malfoy]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora