VI

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Era un día totalmente nublado, pero él seguía en el mismo lugar, en el mismo salón y ocupando el mismo pupitre de siempre.

Observó por segundos el exterior viendo como los pájaros volaban hacia el lado contrario, donde no pudiera alcanzarlos la tormenta que no tardaría en llegar.

Nuevamente se concentro en la clase, tomando los apuntes necesarios que pudieran ayudarlo en el momento en que debía estudiar.

Su letra era desprolija pero qué más da, después de todo, con que él entendiera estaría bien, unos últimos trazos sobre su papel y pudo irse de su clase.

Aún le quedaba una clase, así que decidió ir hasta la cancha de básquet y repasar ahí, ese lugar se encontraba vacío a esa hora del día.

Llegó al lugar, sentándose en uno de los tantos asientos que habían en aquel lugar, sacó su cuadernillo de mochila, más un marcador, y comenzó a trazar líneas sobre lo que a su parecer era más importante que lo demás.

El ruido de las puertas abriéndose llamaron su atención, dejando de lado sus apuntes para ver de quien se trataba, su sorpresa fue grande al ver a un chico castaño que entraba completamente asustado, como si al abrir aquella puerta la muerte estaría del otro lado.

–¡Ey, ¿te encuentras bien?!– el rubio gritó aquello desde su lugar y por lo visto logró asustar al otro chico que parecía menor que él.

No supo en que momento, pero el chico salió disparado hacía afuera nuevamente, ignorando completamente su pregunta, se preocupó un poco por él, pero qué más podía hacer, el chico no dejó que lo ayudara, dándole a entender que no quería que se entrometa en sus asuntos.

Volvió su atención a sus apuntes, terminando de marcar lo que luego le sería de ayuda para armar su cuadro sinóptico. Observó su reloj, y éste marcaba la hora exacta en que debía comenzar su siguiente clase.

Guardó rápidamente sus cosas, saliendo del lugar a toda velocidad y chocando con un chico, pero que no llegó a golpearlo.

–Lo siento, tengo prisa, pero realmente lo siento– y dicho aquello volvió a su carrera para que su profesor no le cerrara la puerta en la cara por su atraso.

Llegó un poco antes de que su profesor cerrara la puerta, pero sin librarse de la mirada de molestia por parte de su profesor, se ubicó en su pupitre, viendo a su profesor segundos después empezar con el dictamen de la clase.

Luego de una larga hora de estar escuchando cada palabra de su profesor con respecto a su trabajo final, pudo salir de la universidad que entre poco comenzaría a sacarle canas verdes, porque blancas ya se había dado cuenta que tenía algunas.

Llegó a la salida del instituto y observó el cielo gris, suspiró con cansancio antes de dar comienzo a su caminata, en realidad le gustaban esos días, el viento fresco que se extendía por cada lugar era completamente de su gusto, los días grises eran parte del mundo, así como también los días malos en las personas.

Estaba a unas pocas cuadras de llegar a su casa, pero hoy no quería estar de nuevo estudiando encerrado en su habitación, tomando una decisión bastante imprudente para él se dirigió a una pastelería que quedaba cerca de su hogar.

Menos de quince minutos le tomó llegar al lugar, ingresando al mismo al instante con el fin de ordenar algo de su agrado en el mostrador antes de sentarse en una de las mesas.

Una vez terminó de pedir se relajó en su lugar, había elegido un lugar cerca de la vidriera del local, pues quería ver quien recorría esas calles en un día así, además de observar con ensoñación el cielo gris que pintaba ese día.

Su pastelillo llegó a su mesa, agradeciendo amablemente a la mujer que le trajo aquello antes de retirarse.

Comenzó a comerlo, sin apartar su mirada del exterior y fue cuando vio a ese chico. Era el mismo chico que había interrumpido su repaso y que además había ignorado su pregunta.

Se levantó de su lugar, tomando sus cosas y saliendo rápidamente del lugar, luego de pagar por su comida.

Corrió intentando encontrar al chico, pero éste parecía haberse esfumado por arte de magia, soltó un suspiro de frustración, dándose cuenta luego de lo que acababa de hacer.

Había salido del local, para buscar a un chico que siquiera había visto su cara y mucho menos sabía su nombre. 

Tomó su estomago cuando sintió un revoltijo molesto allí. De alguna aquello se asemejaba a lo que él había vivido en toda esa semana en sus sueños. Agitó su cabeza en negación, prefiriendo culpar al pastelillo que acababa de comer, excusándose de que le había caído mal, volviendo a engañarse a sí mismo para no terminar lastimado.

Hoy no hay sueños, pero debía ser así, esta historia se esta desarrollando bastante rápido, así que, no se sorprendan si en los próximos capítulos les digo que estamos en la trama final, todo lo bueno se termina ah xD, es todo...

Gracias por leer :3
Nos leemos pronto ^^
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~Entre Sueños~ ✨TaeKook✨Donde viven las historias. Descúbrelo ahora