Noche en el río

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Sobre la arena húmeda,

fría y lodosa,

mi espalda se hunde 

embestida por tu cuerpo.

El ríspido contacto

 de las conchillas

traídas por la marea;

mastica los pliegues temblorosos,

de la carne sorprendida.

Tus besos, ahogan

 los gritos,

nacidos en las tinieblas

de un cielo de enero.

Pero mis ojos,

abiertos, enormes, insolentes,

no quieren perder detalle

de tus gestos.

El río despierta,

para violar repetidamente

la intimidad que conseguimos,

vistiéndonos de espuma y suciedades.

¡Salpica olor a musgo!...

Lo degusto despacito,

sin prisas.

¡Sos tan mio!

Que sólo te comparto con el río.



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