Apocalipsis

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La tierra estará yerma,

los cielos serán fuego,

los jinetes que avanzan,

cabalgarán la muerte.

La nauseabunda bruma,

de cuerpos descompuestos,

abriendo los infiernos,

surcados por espectros,

vomitará la ira

 del vientre del planeta;

devastará los campos,

en fatídica guerra.

El aire sulfuroso,

los gritos aterrados,

¡ha llegado la hora

de pagar los pecados!

Resuellan los caballos,

bramando los demonios,

se restregan las manos,

saboreando el arribo

de nuevos condenados.

En la escena funesta,

del quebrar de mil huesos,

mi vista alucinada,

repara en tu presencia.

Como fuera anunciada,

se cumple la promesa,

"El Hombre" nos sonríe,

presidiendo la mesa.

El cielo se ilumina,

la música se enciende,

un camino de luz,

nos recibe de frente.

La vida me negó,

la gracia de tenerte,

pueda ser que la suerte,

se me invierta en fortuna;

si es así, de tu mano,

ingresaré en la noche,

Y te amaré por siempre,

¡cuándo llegue la muerte!

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