XVII «Problemas de chicas»

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Ángela dormía plácidamente en la comodidad de su habitación, sus pesadillas se habían ido debido a que Thor le enseñaba a controlar sus poderes y con ello había logrado calmarlas.

—Buenos días, novia —Logró escuchar a través de su sueño.

Ángela abrió los ojos medio despierta y sonrió al ver a Steve frente a ella.

—Hola, novio.

Ella se sentó en la cama, estirándose y tallando sus ojos.

—Es hora de entrenar y hoy hay una invitada especial —Comentó entusiasmado el capitán.

Ángela estaba a punto de preguntar por la invitada a la practica pero sintió un calambre en la parte baja de su abdomen anunciando, en días próximos, la llegada de su período.

—Oh, mierda —Fue lo que salió de la boca de Ángela, sorprendiendo a Steve.

—¿En qué quedamos? —dijo con una ceja alzada—. Y... ¿No te emociona que haya una invitada al entrenamiento?

—No, no fue eso... Son los cólicos, mi periodo llegará pronto —suspiró la chica levantándose y caminando a ver su calendario— En fin, ¿Quién vendrá al entrenamiento hoy?

—Uh... Claro, ¿Estás bien? Yo... Podría ayudar —comentó Steve, nervioso por no saber qué decir.

En su tiempo, hablar de la menstruación era un tabú y no se sabía mucho sobre el tema.

—No; estoy bien, gracias. ¿O estás insinuando algo? —Preguntó con tono amenazante.

De pronto, la chica se había molestado por el hecho de tener los terribles dolores menstruales, pero olvidó neutralizar su tono para responder al capitán. Además del echo de saber que se le había adelantado una semana.

—¡No! Yo no he insinuado nada —Contestó un poco asustado—. Como sea, Nat vendrá al entrenamiento ya que hoy vamos a enseñarte algo nuevo.

—Genial —contestó la chica, llegando a su vestidor a cambiarse a ropa cómoda—. ¿De qué se trata?

—Es una sorpresa —contestó—. Te esperamos en el gimnasio.

Ángela se vistió rápido con un pants —para prevenir las manchas vergonzosas— de color negro, un top color verde y un suéter que combinaba con el pantalón.

Cepilló sus dientes, se agarró el pelo en una coleta y salió de su habitación.

Al llegar saludó con normalidad, Romanoff y Rogers hablaban pero cuando la escucharon, pararon. Quizá no querían que se enterara. Pero sólo hablaban de la temática del entrenamiento.

—Buenos días, Angie —Saludo Nat—. ¿Lista para sufrir?

—Todos los días —Contestó la chica refieriendose a su dolor constante pero tenue de su abdomen bajo—. ¿Cómo vamos a entrenar ahora?

—Bueno, necesito que te vendes los ojos, primero —Dijo Steve entregándole un paño.

—¿Qué? —Preguntó Ángela, repentinamente emocionada. Se le pasaba por la mente que tenían un regalo para ella.

—Vas a pelear contra nosotros, con los ojos vendados —Contestó Nat.

—Espera, ¿qué? —ahora el tono de Ángela sonaba sorprendido pero de la forma negativa.

—Has completado tu entrenamiento normal, sabes usar los puños y los pies, sabes algunas tácticas que te ayudarán a defenderte con éxito. Es hora de avanzar —Explicó Steve vendandole los ojos.

I N M O R A L » Steve Rogers » |Completa|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora