XXXIX «Dulces diesiséis»

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Durante los primeros días de enero, Ángela comenzó a tener pesadillas cada vez más recurrentes.

Empezaban con la torre en llamas y poco a poco se iban añadiendo más fragmentos que no lograba entender.

Trataba de no causarle muchos problemas a los chicos. Pero era inevitable, todos escuchaban los quejidos que soltaba por las noches debido al terror que le causaban las imágenes en su cabeza.

Paulatinamente comenzaron a preguntar sutilmente si pasaba algo. Ángela lo negaba todo y alegaba estar en perfecto estado.

Hasta que las pesadillas empeoraron y ahora gritaba con desesperación, despertaba sudada y pálida.

Tony trató de hablar con ella sobre eso en la cocina, no había nadie y esperaba que la chica le tuviera algo de confianza.

Mala suerte, Ángela no cedió.

Pero tuvo que hacerlo cuando, una madrugada de los primeros días de febrero, ella despertó gritando, sudorosa, pálida, con lágrimas en los ojos y las miradas de todos los habitantes de la torre.

—Ángela, tienes que decirnos qué es lo que pasa. Ya es más de un mes que tienes pesadillas —Comenzó Tony quién se encontraba sentado al borde de la cama, mirándola.

—Yo... No... No puedo, lo lamento —Bajó la mirada.

Pasó su mano por la frente para quitar el sudor y luego por sus ojos para limpiar las lágrimas.

—Debes decirnos, Angie, podemos ayudarte —Siguió Natasha, que estaba de pie con los brazos cruzados, usaba una bata que cubría su pijama.

Ángela suspiró y los miró.

—Ni si quiera yo entiendo... Porque no son sueños, son... algo más.

—¿Visiones? —Preguntó Clint, que estaba junto a Natasha.

—No... No lo sé, es muy extraño —Murmuró distante.

—Cuéntanos lo que ves —Hablo Steve quién se encontraba a los pies de la cama de pie.

Ella lo miró y exhaló mientras asentía.

—Okay... —Miró las sábanas tratando de recordar—. Uhm... Hay un castillo, muy grande, enorme, es dorado y muy hermoso —Pausó—. Incluso me resulta bastante familiar —Mordió su labio—. En fin, el castillo está bien pero de un momento a otro está cayéndose a pedazos. Intento hacer algo pero una voz grave y profunda me dice que no podré hacer nada... Qué es totalmente inútil. Luego caigo en un agujero, durante la caída libre veo fotos viejas, donde estoy yo pero con otras personas que no son mis padres o familiares. Cuando caigo, me levanto de inmediato sin si quiera haber sentido el golpe, un hombre llega a mí y me mirá profundamente... Parecía ser consumido por la galaxia o algo así. Veo que mueve la boca pero no sale sonido alguno de su boca luego siento un movimiento brusco en mis pies y seres extraños y grotescos comienzan a atacarme... Es cuando despierto —Concluye aterrorizada con la mirada perdida. 

Hubo un silencio prolongado, nadie quiso hablar ni moverse, pensaban en lo que acababa de decir.

—Bueno... Eso es complicado —La voz del arquero rompió el silencio.

Ángela lo miró y asintió. En alguna otra situación hubiera reído por ver su pijama de ositos.

—Quizá es tu subconsciente queriéndote decir algo, ¿No crees? —Preguntó Nat aún pensativa.

—No es así —La voz tajante de Thor hizo eco en todos, era raro que él hablará de esa forma así que todos prestaron especial atención—. Alguien... está tratando de decirte algo por medio de los sueños —Thor llamó a su martillo y en cuanto llegó cambió a su traje nórdico—. Es un cobarde —Murmuró antes de salir volando por la ventana.

I N M O R A L » Steve Rogers » |Completa|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora