XXXV «Ángela y su nuevo poder»

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Ya entrado el mes de diciembre, Ángela se encontraba en la biblioteca —recién encontrada por ella—, de la torre. Necesitaba un lugar en el que no hubiera ruido, ese sonido familiar de las calles de Nueva York, y la biblioteca tenía protección para que ningún sonido penetrase la habitación.

Thor regresó y la ayudó con su nuevo “Poder”. Pero para ayudarla necesitaba que ella se quedara sin energía ya que sólo despertaba cuando no tenía capacidad de usar sus poderes del tiempo.

Bastaba con recrear técnicas de combate para poder levantar trozos de tierra. Movimientos de Taekwondo, Karate, artes marciales mixtas, entre otras, era necesario para levantarlo.

También tenía que seguir con la otra parte del entrenamiento. El poder de Ángela no sólo se limitaba al tiempo, sino también al espacio y la materia por lo tanto podría explorar el pasado de sus compañeros.

El Dios del trueno tuvo que buscar voluntarios para poder saber si estaba funcionando la meditación. La primera víctima fue Clint.

—No seas tan dura —Bromeó el arquero al sentarse frente a ella.

—Es la primera vez así que no prometo nada —Contestó nerviosa también sentándose.

—En realidad si tienes que tener cuidado, lady Ángela —Se acercó Thor—. Tienes que ser sutil, entrar como el agua porque podrías lastimar.

Ángela asintió pensativa con la mirada baja, era una gran responsabilidad.

—Bien, lo haré.

—Clint cierra tus ojos, será más sencillo —Instruyó el Dios.

Él acató la orden, Ángela exhaló y concentró su poder en la mente, necesitaba sentir una conección con él, pensó en algo que compartieran juntos.

Lo entrenamientos llegaron a su mente como un recuerdo alegre, sonrió. Luego la imagen en su cabeza se tornó oscura.

Era de noche. Había lluvia. Un casa en los suburbios. Un hombre ebrio. Una mujer llorando en el piso. Dos niños abrazándola asustados. Uno de ellos, el más pequeño, era Clint.

“—¡Entren al auto, carajo! —Gritó con fuerza el hombre—. ¡Nos vamos!”

La mujer tomó de la mano a ambos niños y los encaminó corriendo al auto aún con lágrimas en los ojos.

El hombre entró al auto y lo condujo a toda velocidad, en la intersección con otra calle, ellos golpearon con otro auto provocando una volcadura.

Ángela corrió a ellos asustadísima, lo primero que miró fue a la mujer desangrándose estando inconsciente. La chica derramó algunas lágrimas.

“—¡Mamá! —Gritó una voz pequeña, ella miró a un lado, era Clint con algunos raspones en la cara—. ¡Mamá! ¡¿Dónde estás, mamá?!”

Ella trató de ayudarlo pero no podía, sus manos atravesaban las cosas.

“—¡Clint! —Gritó el otro niño—. Necesitamos salir de aquí, hermano”

El pequeño Clint de ocho años no se quería separar de su madre, lloraba y lloraba en las piernas de la mujer.

“—¡Vámonos, Clint, ésto podría explorar!”

“—¡No, no, no! —Gritó—. ¡Mamá y papá siguen aquí!”

“—¡Mamá y papá no respiran! —Gritó con ojos llorosos—. Ellos ya no pueden ayudarnos, ¡Tenemos que irnos!”

Ángela estaba destrozada, no podía creer lo que veían sus ojos. La imagen se distorsionó y cambió. Ahora estaban en medio de un pueblo.

I N M O R A L » Steve Rogers » |Completa|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora