N A V I D A D
“—Deje su mensaje después del tono.”
Un vez más, la mecánica voz apareció en el celular de Ángela.
Colgó en cuanto escuchó el mensaje por enésima vez. Se quedó viendo el celular en sus manos. Era víspera de Navidad y sus padres no daban señales de vida.
Durante los días póstumos al accidente de su tío, vió como la ciudad se iba impregnando poco a poco a ese ambiente navideño. Las calles se vestían de verde, rojo y blanco. Se cantaban villancicos, las personas andaban abrigadas por el invierno y la nieve. Las tiendas se llenaban de luces, arbolitos y esferas.
Todo parecía ir bien... Excepto que nada iba bien para Ángela.
Pasaba, por lo menos, seis horas en el hospital tratando de consolar a su, cada vez más irritante, tío. Stephen estaba insoportable a medida que pasaban los días. Casi inmediatamente después de su primera cirugía, se programó otra y estaba decidido a arreglar lo inarreglable. Y la pequeña Angie tenía que lidiar con eso. También estaba el hecho de que Steve estaba con ella la mayor parte del tiempo pero curiosamente apenas y se saludaban. Intercambiaban un par de palabras y no duraban charlando más de veinte minutos, pero siempre estaba ahí.
Al principio era lindo, pero después se cansó de ello y dejó de tomarle tanta importancia. Esperaba a que las cosas fluyeran y le dieran el rumbo de las situaciones.
También estaba el hecho de que sus padres no contestaron desde hacía dos semanas, cuando se enteró del accidente y trató de comunicárselos.
Suspiró de frustración.
La puerta se abrió y pudo oler el delicioso aroma de una pierna de pavo y un frutal ponche. Recordó que, mientras habían estado preparando la cena, ella y Nat se preparaban con el maquillaje, en su peinado —que, al final decidió llevarlo ligeramente de lado con rizos— y escogiendo unas zapatillas para su hermoso vestido blanco pegado strapless.
—Es hora de cenar —Escuchó la voz de Steve quién había abierto la puerta.
Ella no levantó la vista, seguía desanimada por sus padres. Simplemente asintió.
—¿Pasó algo con tus padres o Stephen? —Preguntó acercándose a ella con un tono suave y preocupado.
Ella sonrió. Le había comentado vagamente que llamaría a sus padres. Últimamente se había portado fría y distante a él, llegando a ser grosera.
—Strange está bien, Palmer lo cuidará y pasará navidad con él... Pero mis padres —Tragó saliva—. No contestan.
Él se sentó junto a ella y le tomó el hombro, esperando que ella no quitará su mano con brusquedad o se levantará de repente. Tuvo suerte, ella dejó que él la tocara.
—Quizá están en un lugar en donde no hay señal. No te preocupes, nosotros estamos contigo —Dijo con calidez.
—Es la primera navidad que pasaré sin ellos —Murmuró alzando la vista por primera vez. Sus ojos delataban que quería llorar.
Steve sabía que no lo haría, por lo menos no frente a él.
Los padres de Ángela no eran los mejores padres del mundo, de hecho, eran terribles pero, cuando se trataba de navidad, se transformaban en unos padres modelos.
Se quedaban en casa, preparaban la cena, ponían la estrella en la cima del árbol juntos, ponían los regalos, había villancicos, paz y armonía invadía la casa.
Era auténticamente familiar, se invitaba a los abuelos, los tíos y primos. Pero con que fueran sus padres los que estuviesen ahí, ella era feliz.
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I N M O R A L » Steve Rogers » |Completa|
FanfictionAnteriormente llamada "La edad es sólo un número" Ésta historia fue editada, reescrita y reesubida. |Completa| ---------------------------------------------------- Una chica jóven, demasiado joven como para saber qué es el amor, se en...