XXXIV «El amor lo puede todo»

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En la inmensidad de la oscuridad se dió cuenta que sólo quería a Johnny para llenar el vacío que Steve había dejado. No necesitaba de Storm, odiaba admitirlo pero era a Steve al que realmente extrañaba.

Natasha entró en la habitación y se sentó al borde de la cama.

—Así que encontraste a Johnny con alguien más —Su voz sonaba tan fuerte en medio del silencio.

—¿Qué quieres, Natasha? ¿Humillarme más recordándomelo? —Preguntó con voz quebrada.

—No, he venido aquí a ayudarte a admitir que aún sientes algo por Steve y que... Bueno, no estaría mal que se den otra oportunidad.

—¿Qué dices? —Preguntó “Confundida”

—Trataste de olvidar a Rogers con su gemelo clon malvado Johnny y como era obvio, no funcionó. Ahora ve por el real, por aquel del que te derrites tan sólo pronuncia una maldita palabra.

Natasha tenía razón, pero no podía sucumbir tan fácil.

—¿Derretir?

—Sí, no te hagas la que no sabe nada, porque cada vez que él entra en alguna habitación tu cara se ilumina y te quedas mirándolo como una boba.

Ella se puso roja, era cierto.

—Bien, bien... Me atrapaste —Convino—. ¿Qué prosigue?

—Que aceptes volver con Steve, ¿Cuántas veces debo decirlo?

—Un millón doscientas tres veces, por favor.

—Ugh, eres demasiado terca. Por eso te quedarás sola.

—Auch! Que mala —Suspiró—. Bien, quizá tengas razón. Darle una oportunidad más a Steve no está de más, supongo que todos merecemos una segunda oportunidad.

—¡Bien! Ya vas progresando.

La miró divertida.

—Ay, Nat. Sólo falta que me des una Scoobygalleta —Rodó los ojos.

—Mañana te la daré, cuando vea que volvieron a ser una pareja dispareja —Rió—. Duerme y mañana te arreglas con él.

Ángela se levantó del suelo y se acostó en la cama.

—Sí, tendré qué pensar qué haré para reconciliarme con él —Dejo caer su cara en la almohada, pensando.

—Con cualquier cosa que le digas él volverá contigo, Ángela —Sonrió.

Ella suspiró.

—Eso espero, hasta mañana —Murmuró cerrando los ojos y en cuanto lo hizo se quedó dormida.

Despertó al rededor de las diez de la mañana, demasiado tarde para sorprender a Steve con un desayuno.

Se quedó pensando un momento en lo que haría. ¿Una carta? Ya lo había usado, ¿Una canción? ¡Dios! Bastante cliché, ¿Aparecer así de la nada? Bueno... Podría funcionar.

Por fin hizo su rutina de aseo, decidió volver a ser la chica de antes así que su vestimenta consistía en una sudadera roja, unos jeans azules, Vans negros y su cabello suelto.

Mientras bajaba la escalera, pensaba en donde podría estar Rogers. Los últimos días había estado tan sumergida en sí misma que no sabía qué estaba haciendo el capitán.

Para su sorpresa, estaba sentado en el sillón de la sala leyendo un libro.

A ella se le hizo lindo y lo observó por un momento, ¿Sería bueno llegar así como así? Suspiró, no había de otra.

I N M O R A L » Steve Rogers » |Completa|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora