Oɴᴇ Sʜᴏᴛs Sʜᴇɪᴛʜ [ᵉⁿ ᵉᵈⁱᶜⁱᵒ́ⁿ]

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Cinco personas vivían en un gran departamento, entre todos se apoyaban para pagar la renta del aquel departamento. Este era bastante grande hasta con habitaciones de sobra y cada vez que había algo importante que decir se juntaban en el gran comedor de madera, como ahora era el caso.

—Se que esto sonara muy impactante —Empezó a hablar la morena—, ¿se acuerdan qué les platiqué de mi mejor amigo, Keith?

Los cuatro asistieron

—Me lo volví a encontrar, pero...  —La voz se le fue por unos segundos— Estaba bastante golpeado, muy abajo de su peso, podía ver los huesos en sus brazos. Necesito sacarlo de ahí, tengo una idea de saber quién lo hizó, antes de  que me dejara de hablar se casó con un maldito, James, esto llegó demaciado lejos, no soporte verlo en esa condición, paso a mi lado pero simplemente me tocó la mano.

Los cuatro se quedaron callados, se imaginaban el aspecto del pobre chico, Shiro miraba a punto fijo en la mesa, era un habilidoso policía y por obvias odiaba todo lo que le habían hecho al pobre chico, meditaron un rato aquella propuesta que pedía la abogada.

—Las puertas de este apartamento estará abiertos para el —Habló la italiana, sonriendo—, supongo que no tendrá dinero, podemos apoyarlo con el gasto del apartamento hasta que consiga un empleo estable.

—Yo lo apoyaré con terapias —Habló Hunk, un conocido psicólogo.

—Shiro y yo le podemos cocinar distintos platillos, para que vuelva a tener su peso. —Él cubano miro a Shiro quien sonrió.

—¡Por eso los amo!  —La morena abrazo a cada uno de sus amigos, muy pronto podrá sacar al azabache de aquel infierno.

[...]

Otro golpe se posaba en el débil cuerpo de Keith, el castaño lo empujó tirandolo al frío piso de la cocina como si fuera un simple trapo que se puede desechar en cualquier momento, odiaba admitir que ya estaba acostumbrado aquellos golpes.

Había creado una enfermiza dependencia a James, pues lo ha hecho sentir que era una completa mierda, que nadie estaría con él. Se paro del frío suelo y con lentitud camino al baño donde el mismo se curaba las heridas, todo inicio con pequeñas bromas hirientes que poco a poco fueron aumentando hasta el punto donde el mayor podía disponer del cuerpo de Keith en cualquier momento.

Pronto saldría de aquel infierno que él llama amor.

[...]

La abogada miraba la puerta del pequeño apartamento, en la puerta tenía el número 710, toco tres veces la puerta de color café.

—¿James?  —Pregunto él menor.

—Soy Allura, abre... -

—¡No! —Grito Keith desde el otro lado de la puerta de madera—¡Vete! 

—Escúchame, tengo que sacarte de ahí, lo que esta haciéndo James es tenerte en una relación violenta, no es amor lo que te esta dando.

—Soy una mierda y él es el único que me va amar. Me golpea por que soy yo el que hace las cosas mál.

—No es correcto, si de verdad te amara no te  golpeara por cada “error”, te haría ver tu error pero te ayudará a solucionar sin llegar a la violencia, no te diría tus defectos o te insultaria, te recordaria lo hermoso que eres, no tomaría tu cuerpo a cada instante, tiene que ser algo que ambos desean, lo que tienen es puro sexo, el nunca te hará el amor ¡por que eso no es amor! —Silenció—. Si te hace algo o entras en razón llámame —Paso un pequeño papelito por el espacio que la separa del piso y se fue sin decir más.