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Shiro esperaba en aquella vieja cafeteria a que su amado esposo llegara, habían acordado una cita desde ya hace tiempo.

Jugaba con el anillo que se posaba en su dedo anular, aún recuerda cuando se lo dio, despues de ganar la pelea contra los Galra.

«Los paladines miraban como el cielo, con una paz que en un gran tiempo no habían sentido, ahora todo estará bien.

Shiro observo a Keith, sus ojos violetas reflejaron aquel extenso universo.

Sin decir nada, tomó su mano con suma delicadeza.

Keith apoyo su cabeza en el hombro se su amado, sabía que todo estaba bien.

Ambos sentían paz al estar juntos.

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El azabache caminaba por los pasillos de la ya renovada escuela Garrison, se sentía tan bien estar ahí, buscó a su novio por todos los pasillos pero simplemente no se encontraba.

Kosmo apareció frente suyo, casi causándole un infarto a su dueño.

-Hola amigo -Acarició sus orejas con ternura-, ¿crees que puedas llevarme con Shiro?

El lobo espacial empezó a correr hacía la salida de Garrison, Keith confundido lo siguió con curiosidad.

Afuera un bello atardecer lo recibió junto con todos los amigos que se hizo cuando fue paladín, incluso se encontraba su madre con lágrimas en los ojos.

Shiro se notaba nervioso, ¿él gran líder de Voltron que peleó contra millones de cosas se encontraba nervioso?

-¿Shiro? -Lo miro- ¿Qué pasa?

-Cunado te ví por primera vez solo pensé en el niño problemático, el niño problemático que se robo mi corazón. No sabes cuanto lo lamento haberte dejarte todo un año, ay amor, cuanto sufriste y yo no pude estar aquí para abrazarte en tus noches de tormento -Lo todo de las manos-. Pero ahora estamos aquí, juntos, jamás nos volveremos a separar, aunque otra raza alienígena vuelva a atacar el universo lo vamos atacar juntos. Ya lo hicimos una vez, podríamos hacerlo de nuevo, aunque prefiero que no suceda -Algunos rieron-. Amo cada cosa de tí. ¿Sabes que es lo que me haría sumamente feliz?

-¿Qué amor?

El japonés se inco y saco una caja negra de terciopelo, en su interior un hermoso anillo apareció.

Era de oro blanco, con junto con dos diamantes que en medio había una piedra de color azul con todos negros.

Lágrimas bajaban por las palidas mejillas del azabache, casi medio universo veía con esperanza a la pareja.

-Keith Kogane. ¿Me harías el gran honor de ser mi esposo?

Sin más el azabache lo beso con una dulzura que causó hasta las lágrimas de Kolivan y Krolia.

Ahora están comprometidos. »

El japonés miro la hora, ya era tarde y Keith jamás llegaría tarde.

Se encaminó hacía el departamento que compartían, en medio del camino se encontró con un accidente automovilístico, de seguro Keith se encuentra ahí, siempre ayudando a los demás.

Oɴᴇ Sʜᴏᴛs Sʜᴇɪᴛʜ [ᵉⁿ ᵉᵈⁱᶜⁱᵒ́ⁿ]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora