El destino

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Por unos segundos el tiempo se detuvo para ambos, a veces el destino no es justo cuando lo queremos.

Daisy y Adam se miraban con asombro, la nostalgia se podía leer en sus ojos, Adam ahora en un hombre más maduro con un semblante serio y más atractivo que cuando lo vio tiempo atrás en aquella foto que aún conserva con mucho cariño, Daisy por su parte iba con aquel vestido que había comprado especialmente para verle tiempo atrás, la ironía de la vida era que justo lo estaba volviendo a usar esta noche.

-Ya se conocieron.- dijo Óscar quién apareció de la nada, o al menos ellos no se dieron cuenta cuando había abierto la puerta y aparecido frente a ellos.

Ninguno de los dos fue capaz de decir algo.

-Bueno- dijo Óscar- Adam te presento a mi mejor amiga, Daisy, de quién ya te había hablado.- dijo abrazándola y siendo correspondido.

-Un gusto conocerla señorita.- Adam rompió el silencio y le estiró la mano.

Daisy la toma, ambos sintieron un corriente recorrerlos.

- El gusto es mío.- dijo, soltó su mano y bajó la mirada.

-Entremos para que se conozcan más y ponerme al día contigo hermosa.- Óscar dijo entrando a su casa.

Adam y Daisy se sentaron juntos mirándose de frente, toda la fiesta, ella evitó mirarlo directo, sentía la mirada sería que Adam le otorgaba, y aún así no dejaba de verse tan atractivo y guapo como siempre le pareció, Óscar estuvo con ellos platicando durante un rato, pero como todo anfitrión y de haber regresado a Londres después de tanto tiempo, tenía que estar en todos lados.

Había pasado ya dos horas de la fiesta, por más que parte de ella se alegrara que Adam estuviera ahí, aunque la otra le decía “ te dejó plantada”, quería irse, aunque sabía que huir no era la opción y menos ahora que resultaba ser amigo de Óscar.

-Bien ya estoy de nuevo con ustedes.-dijo, pasándoles una bebida a ambos- Bueno Daisy, Adam- los miro a los dos- Ya los presente.- río un poco.-Conocí a Adam en Estados Unidos, trabajamos juntos un tiempo y nos hicimos amigos.- mirando a Daisy que estaba algo sorprendida por la información.

“Por eso me devolvieron las cartas, él se fue.” pensó Daisy.

Mirando a Adam, Óscar dijo:

-A Daisy la conozco desde niños, es mi mejor amiga, confidente y todo.- con una sonrisa se levantó - Ahora vuelvo.- y se fue de nuevo a seguir atendiendo a los invitados.

Está vez ambos se miraron fijamente a los ojos, quién hubiera dicho que se conocieran en persona, de esta forma estaría loco, pero es que la vida no siempre nos da lo que pedimos en el momento que lo queremos.

Daisy se levantó y caminó a la salida, le dolía mucho verlo, y más que la viera con esa actitud, como si ella hubiera fallado hace años, no podía permanecer más en la fiesta sin que su corazón le doliera, ya le diría a su amigo porqué se fue sin despedirse.

Había caminado un par de calles cuando escucho la voz de Adam gritarle.

-¡Daisy!- gritó, se veía agitado.

-¿Venías corriendo?- preguntó tratando de verse tranquila.

-Sí.- recupero un poco el aliento- No sabía hacia donde habías ido.- volvió a tomar un respiro.

No sabía porque su voz le resultaba sumamente atractiva, ni hablar de él, era el mismo pecado en persona. Él pensaba lo mismo de ella, sus ojos, eran demasiado coquetos, al igual que ella pensaba que era el pecado hecho mujer.

-¿Necesitas algo‽- logró decir Daisy, tratando de que su voz y sus sentimientos no la delataran.

Adam asintió con la cabeza.

-Podemos vernos otro día.- no era una pregunta sonaba más a una orden.

Sin dudarlo a Daisy afirmó con la cabeza.

-Ok- Adam le dió un beso en la mejilla y regresó por donde había venido.

Adam no sabía porque había ido tras ella y le había pedido verse después, sus impulsos fueron más fuertes que él, su mente le decía “no la dejes ir de nuevo” y cuando se dió cuenta ya estaba corriendo en su busca, tampoco supo porque le dió un beso en la mejilla, pero definitivamente le había gustado, el contacto con su piel, un tacto suave y cálido , tal vez el verse sería bueno para saber porque ella no llegó ese día, habían pasado demasiados años para él.

Daisy se quedó a media calle, mirando, hasta que Adam desapareció de su vista, llevó su mano a su mejilla y en su rostro se formó una leve sonrisa, le había gustado sentir los labios de Adam sobre ella, había sido tierno, espontáneo.

-Por favor, llega esta vez Adam- dijo volviendo por su camino, hasta llegar a casa.




Lo prometido es deuda, 7 votos y lo subí, espero les guste, y lamento decirles que ya nos quedan pocos capitulos, estamos en la recta final, no olviden votar y seguir leyendo para saber en qué acaba esto




CARTAS AL PASADODonde viven las historias. Descúbrelo ahora