Intento copiar a toda prisa el último ejercicio de la pizarra mientras los demás ya están recogiendo y levantándose, ansiosos por irse. Que cortos de miras; si les importase un poco atender se darían cuenta del énfasis que ha puesto el profesor al explicarlo y entenderían que va a salir en el examen. No, en vez de eso se aprenderán de memoria todos los ejercicios que puedan en el último momento...y luego se preguntan por qué tengo la mejor media de la clase.
Al fin termino de copiar la interminable operación y puedo empezar a recoger, pero en ese momento toca el ultimo timbre del día y mis compañeros salen en tromba como animales.
- ¡Allsbrooke! ¡Crawford! Quedaros un momento- grita el profesor Connor. Desde hace tres años, Crawford es mi apellido, y todavía me estoy acostumbrando a él. Pero yo no tengo problema en quedarme, puesto que aún estoy terminando de recoger. Es el otro chico el que frena en seco en la puerta de clase: Luke Allsbrooke.
Luke es de esa clase de chicos que todo el instituto conoce. Está en el equipo de baloncesto, creo que es el subcapitán o capitán, no estoy segura. Se sienta en la mesa más llena y ruidosa del comedor, su novia es la capitana de las animadoras, y no he hablado nunca con él, pero los deportistas del instituto son unos arrogantes y prepotentes en general, así que lo meto en el saco. Tampoco es que haya demostrado ser distinto, con sus entradas triunfales en la cafetería o morreándose con su novia siempre en público. Hasta su forma de andar en estos momentos despende chulería.
Cuando todos los demás han desaparecido y solo quedamos nosotros tres, Connor nos hace un gesto para que nos acerquemos a su escritorio y se sienta en la butaca negra que hay detrás. Me cuelgo la mochila al hombro y le obedezco.
-Quería hablaros de un... proyecto que he estado pensando- empieza el hombre. -Luke, me he fijado en que estas en la cuerda floja con varias asignaturas, y se que el equipo de baloncesto te exige aprobar para poder jugar con ellos. -mira al chico con mirada reprobatoria e ignora por completo que yo también estoy aquí. ¿Qué tienen que ver los casi-suspensos de Luke conmigo?
-Sí, he estado...algo ocupado últimamente. No he tenido tiempo de estudiar. -contesta él. Connor solo asiente.
-Supongo que te has organizado mal... otra vez -comenta. Mi compañero desvía la mirada hacia la ventana y se recoloca la mochila, incómodo. A nadie le gusta que le echen la bronca, y mucho menos delante de una compañera de clase con la que no has hablado en tu vida. -Pues bien, esta situación va a cambiar ahora mismo. Luke, esta es Alexia, la alumna con mejor media del curso, pero a la que le falta completar su formación con algún tipo de extraescolar si quiere una formación completa. -esta vez me mira a mi mientras habla. Es cierto, desde que llegué al instituto me he limitado a las clases y nunca me he interesado por entrar en ningún equipo deportivo o por apuntarme a voluntariados. La verdad, prefiero pasar completamente desapercibida, y no se que está planeando el profesor, pero si implica al capitán del equipo de baloncesto no me interesa.
-Ya nos conocemos- contesta el chico. Algo obvio, porque llevamos coincidiendo en clase más de dos años. Me parece un poco mal que nuestro propio tutor no se haya dado cuenta de esto.
-Me alegro, porque a partir de ahora va a ser tu nueva tutora personal. -declara el hombre, y durante unas milésimas de segundo, el mundo deja de girar.
- ¡¿Qué?! -exclamamos nosotros al unísono.
- ¡Yo no necesito una tutora personal! - replica Luke.
-Claro que sí, tus notas están a punto de ser un desastre y está claro que por tu cuenta no vas a mejorar- razona el hombre.
-Bueno, pues yo no quiero ser su tutora- estallo yo. -No quiero tener nada que ver con él.
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El don débil
Science FictionMuy pocos niños nacen con un don, y de estos casi ninguno posee el don débil, por lo que la probabilidad de tenerlo es casi imposible. Bien, pues Alexia es un caso casi imposible. Desarrolló su don a los diez años, cuando fue adoptada junto a su her...