Hace siete meses que tengo mi don, pero no lo uso casi nunca por miedo a que alguien me vea y se lo diga a Arthur. Desde que Jessy me dijo que no me fiara de él le he observado muy atentamente, y creo que ella tiene razón: trama algo. Solo pasa tiempo con los que ya tienen su don, que a estas alturas son todos menos Lin. Además, pasa bastante tiempo fuera de casa, y cuando vuelve lleva papeles que parecen planos y que intenta que nosotros no veamos. Por suerte no sabe que tengo mi don y paso bastante desapercibida. Es como si solo le importaran los dones y no nosotros.
Un día estoy en el comedor viendo una peli yo sola mientras Lin se echa la siesta y los demás entrenan. Jessica ha decidido arreglar el jardín y está podando uno de los arbustos, la veo desde la ventana. Lo cierto es que la película no me importa, sobre todo porque no entiendo la historia, así que aprovecho que estoy sola y pulso los botones del mando a distancia con la mente, buscando otro canal. Uso tan poco mis poderes que me ilusiono de poder hacer esto y deja de importarme lo que sale en el televisor, solo aprieto los botones sin tocarlos. Después levanto el mando por los aires y hago que de unas cuantas vueltas hasta que llega a mi mano, y me río un poco por lo increíble que todavía me parece.
Me giro hacia la puerta y veo una botella de agua en la encimera de la cocina, que está enfrente del cuarto de estar. La botella está más lejos de lo que nunca han estado los objetos que he movido, pero decido intentar traerla con la mente. Consigo levantarla y hacer que salga de la cocina, cruce el recibidor y entre en el cuarto de estar. Cuando ya la tengo casi en la mano me vuelvo a girar hacia la televisión, la sujeto y le quito el tapón con la mente. Pero en ese momento toda mi concentración se va al traste, porque la voz de mi hermano lo inunda todo.
- ¿Cómo has hecho eso? -chilla desde la puerta. Vaya, debía estar en las escaleras y ha visto pasar a la botella mientras flotaba. No me deja ni contestarle. - ¡ya tienes tu don! ¡Alexia, eso es genial! ¡Tenemos que contárselo a Arthur!
Sale corriendo hacia las escaleras y gritando el nombre de Arthur antes de que pueda decirle algo, así que corro detrás de él para intentar pararle antes de que me descubra. Si Arthur gritó a Brad solo por equivocarse, no me quiero imaginar lo que me hará a mí por ocultar mi don durante meses. Por supuesto, mi hermano es más rápido que yo y llega a la boardilla con tiempo suficiente para exclamar a pleno pulmón que tengo un don. Yo llego justo después.
- ¡Es increíble, ha hecho que una botella flotase por el aire desde la cocina hasta el salón, Arthur! – "Tierra, trágame" pienso. Y lo vuelvo a pensar con más desesperación cuando el hombre se gira hacia mí con una expresión acusatoria, sorprendida, crítica y no sé cuántas cosas más. No he visto una mirada tan expresiva y tan confusa al mismo tiempo en mi vida.
- ¿Es eso cierto? -pregunta. Yo asiento rápidamente con la cabeza. - ¿Desde cuándo puedes hacerlo? -aquí es cuando decido mentir. Espero que no lo note.
-No lo sé. Un día pasó, pero no sé cuándo empecé a poder hacerlo. -contesto algo titubeante. "Por favor, que me crea, que me crea...". Entonces me mira con mucha atención.
- ¿Te ha dolido la cabeza en algún momento? – como no creo que deba mentir en esto, porque no se si seria creíble ya que él sabe mucho sobre los dones y seguro que me olvidaría después de lo que me invente, decido decir la verdad esta vez.
-Me dolió toda la semana después de que James obtuviera su don, sobre todo a partir del cuarto o el quinto día. -su expresión cambia a un claro enfado que me da algo de miedo.
- ¿Por qué no me lo habías dicho? - todos me miran esperando una respuesta, y a mi me da mucha vergüenza que me humille así delante de los demás. Además de que no sé qué decir, por supuesto.
-Yo... no tuve fiebre ni vomité. Pensaba que solo era un dolor de cabeza, no pensé que fuera importante. -contesto en un momento de lucidez. -Lo siento, Arthur.
En realidad, lo que siento es que se haya enterado, pero me parece que si me disculpo y finjo ser inocente no me hará nada. O al menos no tanto como si descubre que supe justo después del dolor de cabeza que tenía el don y que llevo meses ocultándoselo a propósito. Arthur se me queda mirando un momento y después ordena que bajemos todos al jardín. Por las escaleras se me revuelve la tripa, pero no digo nada.
Cuando salimos de la casa y Arthur me ordena que corra todo lo rápido que pueda alrededor del edificio, Jessica abre mucho los ojos y de inmediato sé que ha entendido la situación. Hago lo que me dice, y después también le obedezco en unas cuantas pruebas tontas más que me hace, como saltar todo lo alto que pueda o que esquive las ramitas diminutas que él me lance. Todo lo que hago parece reforzar la teoría que sea que se está formando en su cabeza. Cuando termino todo se queda en silencio, como si los nueve esperásemos a escuchar su veredicto.
- ¿Qué pasa, Arthur? -pregunto al final, cuando ya no aguanto la espera. Él me mira de una manera muy extraña e indescifrable.
-Tienes el don débil. -contesta. Después se mete en la casa, pero le sigo para que me explique esa frase.
- ¿Cómo que el don débil? ¿Qué significa eso? – corro por las escaleras detrás de él.
-Significa que tendrás que esforzarte mucho más que los demás. -exclama en tono severo. Después cierra la puerta de su habitación y me deja en el pasillo, paralizada ante sus palabras. ¿Voy a entrenar con los demás?
Esa noche Arthur no baja a cenar con todos, seguramente porque ahora que sabe cual es mi don tiene que terminar de pensar lo que sea que está tramando, según Jessy. Por lo menos los demás están alegres de que por fin pueda subir a la boardilla con ellos. Éter me dice que ya me echaba mucho de menos, Trent que se le hacía raro que yo fuera la única que no estuviera, y todos les dan la razón. Ninguno me pregunta por qué no les había dicho que tengo mi don, cosa que me alegra porque no sabría como contestar.
ESTÁS LEYENDO
El don débil
Ciencia FicciónMuy pocos niños nacen con un don, y de estos casi ninguno posee el don débil, por lo que la probabilidad de tenerlo es casi imposible. Bien, pues Alexia es un caso casi imposible. Desarrolló su don a los diez años, cuando fue adoptada junto a su her...