CAPÍTULO 19: LA CAÍDA DE ROMA. presente.

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Por fin estoy empezando a sentir algo: impaciencia. No puedo dejar de mover la pierna mientras espero a que Bonny llegue. Por fin oigo la cerradura abrirse, y por un momento me invade la paranoia y creo que es Arthur. Pero no, claramente es Bonny. Deja su bolso y su abrigo en el perchero rápidamente y baja al cuarto de estar.

- ¿Estás bien? ¿Qué ha pasado? – se acerca a mí y me da un rápido abrazo antes de empezar a tocarme los brazos, la cabeza y las costillas en busca de huesos rotos.

-Estoy bien, no ha sido lo que piensas. -le cuento que Brad ha venido al instituto y que me ha acompañado hasta casa. Ella frunce el ceño.

-Te dije que no hablaras con él, que no era seguro.

-Por favor, no me interrumpas. -se calla de inmediato y yo le cuento la conversación que hemos tenido en el patio, omitiendo el casi beso, claro. Su cara se vuelve una versión de la mía, pero más diluida. El miedo y el pánico no son para nada como los míos, pero ver que siente lo mismo que yo me tranquiliza. Es normal que se asuste menos. Bonny sabe todo lo que pasé cuando estaba con Arthur porque testifiqué para la policía, pero escucharlo y vivirlo son cosas muy distintas.

-Bonny, ¿Qué hago ahora? No puedo actuar como si no pasara nada después de saber que hace años que Arthur sabe que vivo aquí. -las lágrimas se me están acumulando otra vez en los ojos. Odio esto, ojalá pudiese vivir en otra realidad en la que no tuviese que llorar tan a menudo porque es la única forma que tengo de expresar lo que siento. Ojalá no tuviese razones para llorar.

Abre la boca, pero no sale ningún sonido; ni siquiera ella sabe que decir. En ese momento suena el timbre y yo me tenso por completo, pero mi parte racional se da cuenta de que, si fuera Arthur, no habría llamado al timbre. Me levanto para ir a abrir antes que Bonny porque necesito algo que hacer para distraerme, por pequeña que sea la distracción. Luke aparece detrás de la puerta. ¿Ya está aquí? He debido desmayarme más rato del que pensaba. Miro el reloj antes de saludarle siquiera; según éste aún quedan tres cuartos de hora hasta que acabe su entrenamiento.

- ¿Qué haces aquí? -pregunto, totalmente confusa. La sensación de no controlar absolutamente nada, ni siquiera lo que ha pasado en las últimas dos horas, es frustrante a más no poder. Luke me mira con expresión contrariada.

-Antes me has dicho que viniera después del entrenamiento.

-No, quería decir... ¿sabes qué? No importa. -me aparto de la puerta para que pueda entrar. Tengo problemas muchísimo más grandes que andar explicándome con Luke. El chico entra y deja la mochila en el suelo para colgar el abrigo, pero me mira como si supiera que algo no va bien. Claro, no podía ser de otra manera...mi frustración se está transformando en furia a una velocidad impresionante, y en realidad no quiero descargarla ni con él ni con Bonny.

-Oye, ¿ha pasado algo? -pregunta. Cierro los ojos y suspiro, buscando desesperadamente la calma para no gritar, ni echarme a correr, ni usar mi don delante de ellos... pero no la encuentro.

-No. Bueno, sí, pero... es complicado. -de repente se hace una luz en mi cabeza: con Luke todo es mejor. Ayer, después de la primera visita de Brad, él fue el único que consiguió hacerme reaccionar, así que ¿por qué no explicárselo todo? ¿por qué seguir ocultándole la parte más importante de mi vida a la persona con la que paso más tiempo y que se ha vuelto importante para mí en un tiempo récord? Él debería saberlo todo, así que suspiro y me preparo para empezar a hablar. -Verás, el chico que te he presentado hoy, Brad, es...

-Alexia. -me interrumpe Bonny. Me giro hacia ella y entiendo a la perfección su mirada de advertencia, pero hoy no estoy para estas cosas.

- ¿Qué? -pregunto, enfadada e intentando controlarme. Bonny empieza a subir las escaleras; no para de mirar hacia Luke con desconfianza, y eso me molesta porque yo sí confío en él.

-Sabes que no puedes contárselo. -dice entre dientes, como si así evitara que el chico la oiga. La forma en que la furia estalla en mi interior en ese momento se asemeja mucho a una cuerda en tensión al partirse por la mitad: sale disparada, dando latigazos a todo lo que encuentra.

- ¡¿Hablas en serio?! -grito – Por favor, ¡por favor! ¡Explícame qué motivos me quedan para no contárselo! ¡En serio, quiero saberlos, porque me parece que la situación no puede ponerse peor! -ante mi arrebato de cólera, Bonny mantiene una calma increíble, aunque noto que está tensa. También puedo ver perfectamente la incomodidad de Luke en este momento.

-Es un asunto policial y Luke es un civil. -odio que se ponga en plan policía conmigo.

- ¡No es un asunto policial, es mi vida, y se está yendo a la mierda! Ya da igual lo que hagamos, ¿es que no te das cuenta? ¡Da igual si no se lo cuento a nadie o si lo grito desde el tejado del instituto, si Arthur sabe que estoy aquí y que yo sé que lo sabe, ESTOY MUERTA! -la casa se queda en un silencio sepulcral después de esas palabras, a la vez que en mi interior todo hace un ruido espantoso, rompiéndose en mil pedazos mientras me doy cuenta de mi realidad.

-Ya estoy muerta. -repito, en un tono de voz mucho más calmado, casi como si no fuera yo la que habla. -Todo lo que he hecho durante estos años ha sido para nada. No he usado mi don en más de tres años para nada. -miro a los ojos a Bonny, esperando que esté entendiendo lo que digo. -En cualquier momento él puede presentarse aquí y toda mi vida desde los catorce simplemente desaparecerá. -chasqueo los dedos. -Así de fácil, ni tú, ni esta casa, ni el instituto, ni nada habrá importado. -la histeria hace que empiece a reírme. -No me lo puedo creer. – me alejo de ellos caminando hacia la cocina. Todo en mi interior esta explotando, siento un cúmulo de energía dentro de mí, la conciencia de un don abandonado que truena por salir, por defenderse. - ¡No me lo puedo creer! -grito, furiosa con el mundo. En este momento podría echar a correr y no parar nunca, siento que podría volar si lo intentara. Hasta ese punto llegan mis ganas de liberación, de que todo acabe.

- ¿Alex? – la voz de Luke me saca de mi burbuja y me doy cuenta de que la energía que notaba no era una ilusión. De verdad siento el poder de mi don presionándome en la cabeza, en las vísceras, en el pecho, incluso en las manos. Necesito sacarlo, ahora.

Corro hacia la puerta del jardín trasero y ataco a lo primero que veo, que resulta ser un pájaro posado en el tejado de la caseta de la piscina. Ni siquiera tengo que esforzarme, lo agarro con mi mente y lo lanzo contra el suelo con fuerza. El animal hace un ruido de dolor, pero es como si no lo oyera. Vuelvo a golpearlo contra el suelo y yo misma caigo de rodillas al césped. Empiezo a gritar, a lanzar un chillido desgarrador en el que va incluido todo mi miedo, mi terror, mi angustia, mu frustración, mi tristeza, todo. Y a la vez que grito hasta que me duele la garganta miro al pájaro y lo desgarro con la mente. Las alas, las patas, la carne del cuerpo, los ojos, el pico, la cabeza, lo troceo todo hasta que ya no es un pájaro sino un revoltijo de sangre, carne y plumas. Entonces dejo de gritar, cuando ya lo he agotado todo y solo soy capaz de quedarme mirando mi acto de crueldad. Esto es lo que soy, esto es lo que aprendí a hacer; destrozar y matar. Para eso me entrenó Arthur con tanto ahínco que lo convirtió en mi naturaleza.

En ese momento oigo las pisadas de Bonny y Luke salir de la casa y pararse en seco. Imagino la escena que acaban de encontrarse: a mí a cuatro patas en el césped, totalmente agotada, y delante de mí un vómito rojo y con plumas. Mierda.



El don débilDonde viven las historias. Descúbrelo ahora