CAPÍTULO 9: NUESTRO TURNO. hace 7 años.

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Si contamos bien los días que hay entre el cumpleaños de Éter y el nuestro – y lo contamos como veinte veces – James y yo deberíamos encontrarnos mal mañana, aunque la tensión ya está haciendo que se me revuelva un poco la tripa. Era mucho mejor la tensión general que había en la casa cuando no sabíamos el orden en el que nos llegaría el don, al menos así te pillaba por sorpresa y no te daba tiempo de pensarlo.

Tampoco es que nuestra teoría de la edad sea definitiva, podríamos habernos equivocado y que lo de Brad y Éter fuera casualidad. Supongo que mañana lo sabremos.

En la cena todo el mundo está mas callado de lo normal. Es uno de los pocos momentos en los que vemos a Brad y a Éter ahora que ya tienen su don. Arthur les ha prohibido enseñárnoslo a los demás hasta que lo tengan bien controlado o hasta que todos tengamos nuestro don, y como pasan tanto tiempo practicando en la boardilla no les vemos casi nada. Al principio Éter se quedaba despierta por la noche para hablar un poco con Lisa, Mei Ling y yo, pero en una semana lo dejó porque dormía muy poco. Ahora hace un mes y medio desde que tuvo la fiebre.

La verdad es que, solo en parte, envidio un poco a Éter y quiero que llegue mañana para poder entrenar con ellos. Ella está pasando un montón de tiempo a solas con Brad, ¿y si empiezan a gustarse? Sé que, en comparación con la noticia de que tenemos poderes, no tiene sentido que piense en eso, pero no puedo evitarlo; aún recuerdo que Brad se sonrojó cuando Trent me vio tocándole la mejilla, o que nos quedamos solos detrás del árbol cuando jugamos al escondite... ¿y si todo eso desaparece porque, como ya nunca me ve, se olvida de mí? Al menos Éter me prometió que siempre que pudiera hablaría de mí con él, y Éter nunca rompe una promesa. Confío en ella.

-Eh, que te quedas embobada. -me dice Trent a la vez que me da con el codo para que me despierte. Ahora que Éter no está, me he dado cuenta de que me llevo genial con Trent, y como es el chico que le gusta a ella yo también le prometí hablarle a Trent sobre mi mejor amiga.

Trent y yo somos una especie de cómplices de travesuras, y siempre que podemos le gastamos una broma a alguien o preparamos algo gracioso para todos. Hay días en los que Trent y yo somos los únicos capaces de hacer reír a los demás, como en las cenas silenciosas como la de hoy. El problema es que justo hoy yo no estoy para muchas risas. Y menos mañana...

Me termino la cena como un robot y me voy directa a la cama en cuanto Arthur nos da permiso para levantarnos. Tengo miedo de levantarme mañana. ¿Me dolerá la tripa todo el día? ¿Pasare frío con la fiebre? ¿Cuántas horas pasan desde que te empiezas a encontrar mal hasta que tienes el don? Mil preguntas se agolpan en mi cabeza y no consigo dormirme, aunque supongo que al final el agotamiento me vence.

 ¿Me dolerá la tripa todo el día? ¿Pasare frío con la fiebre? ¿Cuántas horas pasan desde que te empiezas a encontrar mal hasta que tienes el don? Mil preguntas se agolpan en mi cabeza y no consigo dormirme, aunque supongo que al final el agotamien...

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A la mañana siguiente abro los ojos muy deprisa, pero no muevo ni un solo músculo más. Hago un examen mental de cómo me encuentro, y cuando estoy segura de que no noto ningún síntoma me levanto. Bajo a desayunar como un día cualquiera y todos me miran con los ojos como platos.

El don débilDonde viven las historias. Descúbrelo ahora