Llevo más de una semana quedando con Luke para estudiar, y en ese tiempo me he dado cuenta de que el chico es dos cosas: muy listo y extremadamente vago. Excepto en el deporte, ahí no hay pereza que le frene. No he ido a ningún partido del equipo de baloncesto del instituto, pero sé que él es el capitán (o el subcapitán, aun no me aclaro) y, por lo que he leído en el periódico escolar, más de un punto de la victoria ha sido obra suya.
También he descubierto que tiene una vena infantil muy divertida a la que tengo que refrenar a la hora de estudiar, que es muy simpático en general, que le pierde el dulce (sobre todo si es de chocolate) y que está guapo incluso con cara de sueño después de estudiar durante cuatro horas. Aunque esto último no es ningún secreto porque su novia, Astrid, no para de decir lo perfecto que es su novio en cuanto tiene la oportunidad de hablar en público. Algo que, cuando eres la capitana de las animadoras, es bastante normal.
La verdad es que, teniendo en cuenta la posición de popularidad que ocupa y lo petarda que es Astrid, esperaba que Luke fuese el chico egocéntrico y chulo del que hablan algunos chicos del instituto y que me pareció que era la primera vez que hablamos, pero cada día estoy más convencida de que a esas malas lenguas las mueve la envidia y de que no lo conocen. Tampoco es que yo lo conozca a la perfección, solo he pasado cinco tardes con él, pero ya lo conozco más que ellos. Además, al estar solos en mi casa, es mucho más abierto. Incluso yo soy más abierta de lo normal cuando estoy con él, cosa que de momento solo me ha pasado con tres personas: Bonny, Daniel y Ariana, y solo dos de ellas saben cuál fue mi vida antes de los catorce.
El único punto que todavía no entiendo es su relación con Astrid. En serio, esa chica es insoportable. Tiene la voz chillona y habla raro, aunque eso solo es en público, claro, porque sé de más de una persona que ha presenciado lo mala que es en primera persona. Qué puedo decir, las noticias vuelan en un instituto y mi mejor amiga es una cotilla de primera. La cuestión es que una chica así es como el alter ego de Luke y, ya sé que los opuestos se atraen, pero esa chica es un dolor de cabeza con patas. Estoy pensando en esto cuando de repente alguien me da un pequeño empujón y me grita "¡bu!", haciendo que yo de un bote del susto. Cuando me giro veo al propio Luke apoyado en las taquillas junto a la mía y riéndose como si no hubiera un mañana.
- ¡Luke Allsbrooke, no vuelvas a hacer eso en tu vida! -exclamo mientras le doy un golpecito en el hombro, pero él no deja de reírse y al final yo también sonrío.
- ¡Debería haberlo grabado, ha sido genial! -dice entre risas. No sé cómo puede hablar, teniendo en cuenta que ya empieza a costarle respirar. - ¡Incluso has gritado un poquito! – se ríe con más fuerza al recordarlo y tiene que apoyar las manos en las rodillas para no caerse. Me doy cuenta de que la gente empieza a mirarnos y me pongo nerviosa; se acabó la diversión.
-No he gritado- me defiendo mientras cierro mi taquilla- y deja ya de reírte, estás llamando la atención. – me aseguro de decirlo así para que recuerde que le dije lo poco que me gustaba ser el centro de atención. Al parecer se acuerda, porque se tranquiliza y se pone derecho. Pero entonces la caga.
- ¿Qué estáis mirando? ¡A clase! – exclama, y aunque la gente le hace caso y se marcha o se gira, sé que solo lo ha empeorado. Me quedo mirándole para reprocharle, pero no lo pilla. - ¿Qué? – suspiro mientras muevo la cabeza de un lado a otro.
-Nada, Luke, nada. -sigue sin pillarlo. A lo mejor no es tan listo como me ha hecho creer estos días. A este chico no hay quien lo entienda...
-Venga, vamos a química. -dice, y de repente me echa el brazo por los hombros para tirar de mí. Me resulta tan inesperado que no me da tiempo de reaccionar, y para cuándo me quiero dar cuenta hemos ido así agarrados hasta la puerta de clase... y a la vista de todos. Voy a matarlo.
Después de las clases paso de nuevo por mi taquilla para dejar los libros y así no llevarlos al comedor; no me gusta tener que estar pendiente de la mochila mientras como. Cuando cierro la taquilla me encuentro a un chico de la altura de Luke detrás de la puerta, con el pelo negro y que me mira fijamente.
-Alex, ¿verdad? – pregunta sin darme la opción siquiera de reaccionar a su presencia. - Tú eres la chica con la que va Allsbrooke últimamente.
Me giro en dirección al comedor sin molestarme en responder. Esto es justo lo que quería evitar, volverme visible. Debería habérselo dejado más claro a Luke desde el principio. Lo peor es que no sé cómo volver a ser una chica anónima.
-Oye... ¿Te puedo hacer una pregunta? – dice el chico, que no ha pillado que no quiero hablar con él y me sigue el paso hacia la cafetería.
-No. -respondo cortante. Él me ignora.
- ¿Qué hay entre Allsbrooke y tú?
-Nada.
- ¿Y por qué te lleva a casa en su coche después de los entrenamientos? -suelto un suspiro y me paro en seco a mitad de pasillo. El chaval casi se tropieza, pero para a mi lado.
-Por razones que a ti no te importan. Y ahora lárgate. -echo a andar otra vez, pero el chico debe de ser algo lelo, porque sigue a mi lado. Esta a punto de hablar otra vez cuando me giro hacia él y, de nuevo, casi se cae.
- ¿Se puede saber quién eres? – pregunto totalmente crispada. Y me crispo aún más cuando él sonríe.
-Soy Owen. -como no reaccionó, tiene que explicarse. -Estoy en el equipo de baloncesto, y soy el mejor amigo de Luke.
- ¡Oh, estupendo! Pues ahora, Owen, date la vuelta y déjame tranquila, pedazo de imbécil. -no sé si ser maleducada con él hará que vuelva a ser invisible (de hecho, lo dudo bastante) pero ahora mismo solo quiero que se largue.
-Vaya, qué carácter. Ahora entiendo que le caigas bien a Luke. -definitivamente, este chico tiene algún tipo de retraso. ¡Por el amor de Dios, oye lo que quiere!
- Ah, ¿sí? Pues yo no entiendo cómo puedes caerle bien tú. Y el carácter no es lo único que tengo, así que aléjate de mí. ¡Ya! -y con eso lo dejo plantado en la puerta de la cafetería y me dirijo a la mesa que comparto con Ari, que ya me ha cogido una bandeja de comida.
- ¿Quién era ese? -pregunta cuando me siento.
-Un imbécil del equipo de baloncesto.
-Mmm... está bueno. -levanto la mirada hacia ella en cuestión de milésimas de segundo. No me puedo creer que diga eso. - ¿qué?
- ¿Cómo que qué? ¡Te acabo de decir que es imbécil! -mi amiga se ríe, no sé si de la situación, de mí o de mis desgracias.
- ¿Y qué? ¿No es esa una cualidad de todos los del equipo de baloncesto y de futbol? –"DE Luke no" es lo primero que pienso, pero sacudo la cabeza y decido dejar el tema.
No voy a mentir; ese chaval me ha puesto de mala leche. No solo por el hecho de que no me dejase en paz, sino porque me conocía, y se supone que no tenía que conocerme. Si llamo la atención y la gente sabe quién soy, podrán hablar de mí en cualquier parte y les podrá oír cualquiera. Lo que digan no me importa una mierda, me importa quién los escuche, porque si Arthur me está buscando no desaprovechará ni una sola pista.
¿Cómo he podido ser tan estúpida? ¿Qué más da tener una vida normal si en cuanto empiece se va a acabar? No debería haber aceptado ser la tutora de Luke, no debería haber hablado nunca con él... pero lo hice, y ya no tiene remedio. Mierda.
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El don débil
Ciencia FicciónMuy pocos niños nacen con un don, y de estos casi ninguno posee el don débil, por lo que la probabilidad de tenerlo es casi imposible. Bien, pues Alexia es un caso casi imposible. Desarrolló su don a los diez años, cuando fue adoptada junto a su her...