Estoy sentada en el sofá de mi casa, pero me siento como una extraña. Bonny apenas ha dicho una frase desde que hemos vuelto del jardín y Luke no ha dicho nada. Cada uno está en un sofá distinto y no me atrevo ni a mirarlos.
-Bueno. -rompe el silencio Bonny -Supongo que ya es imposible que no se lo expliques todo. -tiene razón, ahora que los dos han visto lo que he hecho con el pájaro no puedo mantener a Luke sin saber nada. Bonny nos mira a los dos intermitentemente antes de hablar. – Debería volver al trabajo, hoy está siendo un día muy ocupado allí. Volveré para cenar. -esto último me lo dice solo a mí y, aunque no levanto la mirada del suelo, asiento para que sepa que la he oído. Se pone el abrigo y sale en completo silencio, dejándome a solas con Luke. La reacción de Bonny no me preocupaba; ella ya sabía lo que puedo hacer. El que me preocupa es Luke. Quería contárselo yo de manera que le impactase lo menos posible, pero los nervios me han jugado una mala pasada. El silencio se extiende entre nosotros como nunca antes nos había pasado, y yo me siento muy incómoda. No sé qué decirle, ni qué explicarle primero...
-No sé qué decir. -empiezo en voz baja. Al menos la incomodidad disminuye al decirlo.
- ¿Prefieres que pregunte yo? -ofrece. Preguntando él podría saber qué es lo que quiere saber antes y organizar mínimamente el relato. Asiento sin mirarle todavía. -Vale...eh... ¿Quién es Brad? -no esperaba que eso fuera lo primero que quisiera saber. Supongo que quiere ir en el orden en el que él ha ido viendo las cosas.
-Es...no sé cómo explicarlo. Arthur nos adoptó a los dos, junto con muchos otros.
-Entonces es como tu hermanastro, ¿no? -me pienso la respuesta un momento. Nunca he visto a Brad ni a ninguno de los demás como hermanastros, aunque políticamente lo seamos.
-No, porque Arthur nunca se comportó como un padre con nosotros. -le oigo tragar saliva y sé que sigue incómodo con la situación. Cuanto antes lo sepa todo mejor. -Siguiente pregunta.
-Vale. ¿Quién es Arthur? -ese es un buen comienzo. Por fin me atrevo a mirarle, y lo que me encuentro en sus ojos no es desconfianza, ni siquiera miedo. Solo intenta entenderme, así que cojo aire e intento explicarme.
- ¿Recuerdas que te dije que Bonny me adoptó cuando ya era bastante mayor? -asiente con la cabeza. -Bien. Mis padres murieron en un accidente de tráfico cuando yo tenía nueve años y, a falta de alguien que se ocupara de nosotros, mi hermano James y yo acabamos en un orfanato. -se muestra confuso cuando hablo de James. -Tengo un hermano gemelo.
- ¿En serio? -pregunta asombrado, con los ojos muy abiertos. Yo asiento y él se apoya en el respaldo del sofá lentamente, impresionado. -Vaya, es como si no supiera nada de ti en realidad. -eso me hace sentir totalmente culpable, pero me fuerzo a seguir hablando.
-Poco después de cumplir los diez años los dos fuimos adoptados por Arthur. Éste estuvo adoptando durante unos meses a más niños hasta que fuimos nueve, todos de la misma edad excepto dos. -Luke sonríe.
-Eso debía ser guay. - ¿Cómo puede sonreírme después de lo que ha visto?
-Sí, era...era genial. Al menos durante unos meses lo fue. Se convirtieron en mi familia.
- ¿Y entonces como acabaste aquí, con Bonny? -pregunta confuso otra vez.
-Arthur empezó a ser muy duro con nosotros, hasta que a los catorce no lo soporté más y me escapé. -recordar ese momento aún es doloroso, porque en el fondo siento que los abandoné a todos. Ahora Luke me mira preocupado.
-Él... ¿te maltrataba?
-No...bueno, no lo sé. Bonny dice que sí, pero... Yo crecí escuchando que me lo merecía, que eran consecuencias de no hacer lo que él me mandaba. – recordarlo todo de golpe ahora es mucho más doloroso que tener recuerdos sueltos a lo largo del día, y es peor aún decirlo en voz alta. – A mí siempre me preocupó más lo que me mandaba hacer Arthur que los castigos. Aunque estos eran lo que más miedo daba. -noto que se me humedecen los ojos, pero estoy harta de llorar, no sirve para nada.
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El don débil
Science FictionMuy pocos niños nacen con un don, y de estos casi ninguno posee el don débil, por lo que la probabilidad de tenerlo es casi imposible. Bien, pues Alexia es un caso casi imposible. Desarrolló su don a los diez años, cuando fue adoptada junto a su her...