18|Amores cobardes

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- ¿Qué estaba pasando?

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- ¿Qué estaba pasando?... ¿Ámbar? -

La rubia intenta concentrarse, pero la voz del italiano suena tan confusa y lejana mientras Matteo conduce en dirección a su propia casa, ¿Cómo podría responder? Ni siquiera la misma Ámbar tiene una idea clara de lo que estaba sucediendo, lo único que sabe es que nunca había visto así a Serena, se veía... asustada.

- No lo sé... - logra responder en apenas un susurro que capta de inmediato la mirada de Matteo - No lo sé, Matteo, mi madre estaba histérica -

- ¿Quieres volver? - pregunta el chico con preocupación, pues sabe que Ámbar puede no sólo estar inquieta por Serena, sino también por el bebé que lleva en el vientre.

- Sé que mi abuelo podrá tranquilizarla - asegura Ámbar mirando un poco por la ventanilla del auto, pues piensa que la idea de regresar podría alterar de nuevo a Serena - ¿Podemos ir a casa de Delfina? -

- No creo que ella esté ahí - responde Matteo evitando voltear hacia Ámbar, pues no tarda en sentir la confundida mirada de la chica sobre él - Fue a ver a su madre -

- ¡¿Qué?! - la exclamación de Ámbar lo hace sobresaltarse un poco en su asiento - ¡¿Fue ella sola con esa loca?! -

- No fue sola - aclara el italiano con una mirada que logra tranquilizarla - Gastón fue con ella, estará bien -

Ámbar suspira en su asiento, ¿Cómo es que sus madres empezaron a complicar tanto sus vidas de un segundo a otro? No comprende por qué Delfina se empeña tanto en descubrir la verdad sobre Elena, para Ámbar, aquella mujer no es más que una persona cruel que se atrevió a abandonar a su hija, tal como su propio padre hizo con ella, pues sí, puede ser que Serena haya sido quien alejara a Ámbar de aquel hombre, pero ¿Por qué él no luchó por encontrarla?

...

Mientras caminan en dirección al auto de Gastón, Delfina se aferra a la mano del chico, casi como si la vida se le fuera en ello, han sido tantas las emociones que ha experimentado en tan sólo una noche, sentimientos que no sabe si podría haber enfrentado si en esos momentos Gastón no estuviera a su lado.

- Gracias por acompañarme -

Le brinda una sincera sonrisa antes de que él comience a abrir la puerta del copiloto, por lo que Gastón no tarda en detenerse y situarse frente a ella para así poder verla a los ojos - Delfi, yo siempre voy a estar para ti, aunque tú no me quieras a tu lado, ya no quiero dejarte sola... nunca -

Sus miradas son profundas a medida que ambos van acercándose casi sin notarlo, hacía tanto tiempo que no se detenían a disfrutar la única sensación de sus respiraciones chocando y mezclándose con suavidad, hasta que, sin poder resistirlo más, la pelinegra lleva una mano detrás del cuello de Gastón para poder terminar de acercarlo a su labios; ambos se funden en un beso profundo, se separan tan sólo un poco para tomar aire y sonreír, para después volver a unir sus labios deseando no tener que alejarse de nuevo.

In the name of loveDonde viven las historias. Descúbrelo ahora