Tanto Josh como yo nos despertamos al escuchar como alguien golpeaba la puerta repetidas veces.—Uno ya no puede dormir tranquilo sin que casi tiren abajo su puerta cada dos por tres.—susurré mientras me levantaba estirándome. Josh rió bajito e hizo lo mismo que yo.
Fui hasta la puerta y la abrí.
La persona que estaba llamando se quedó quieta mirándome durante unos segundos.
—Oh.— sonrió.— ¿Eres...— paró como si estuviera intentando recordar mi nombre.— ...Tyler Joseph?
—Bueno...depende.— reí un poco y él se rió, pero siendo sinceros, fue una de las risas más falsas que escuché en mi vida.
—Soy tu vecino, mientras no estabas llegó un...— dejé de escuchar un momento, ¿había dicho vecino? Ni siquiera estábamos viviendo ahí y por lo poco que sabía nuestra "vecina" era una anciana que regaba las plantas todas las mañanas y cada vez que nos veía nos gritaba un "¡Buenos días!" acompañado de algún apodo cariñoso.— ¿Me estás escuchando?
—¿Eh?— mierda, no había escuchado absolutamente nada.— Disculpa, es que me despisté por un momento, ¿puedes repetirlo? Por favor.— se rió de nuevo, por Dios, que alguien haga que pare de reírse, empieza a darme miedo.
Su risa me recordaba al ruido que hacía una cabra que vi una vez en una excursión del colegio.
—Nada, nada, no te preocupes, ¡Pasa un buen día! — se giró para irse pero la situación me estaba pareciendo lo suficientemente rara como para preguntar más cosas.
—¡Espera! ¿Dijiste que mientras no estaba llegó un...?— se giró.
—¡Tranquilo! No tiene importancia.
—P-pero...¿Entonces para qué has venido?— me estaba empezando a enfadar por el hecho de que me había despertado para, lo que parece ser, nada.
—Llegó alguien preguntando por tí, pero tranquilo, ya casi está solucionado, ahora sí, ¡Adiós!— se fue casi corriendo dejándome con la palabra en la boca.
¿"Ya casi está solucionado"?
¿Cuantas rayas de cocaína se habia esnifado este señor para venir a solo decir cosas aleatorias?
Cerré la puerta aún con cara de no entender nada.
—¿Y esa cara de culo? ¿Qué pasa?— dijo Josh con la boca llena ya que estaba desayunando.
—Te juro que cada vez entiendo menos a la gente.
—¿Ha vuelto a llamar al timbre una señora intentando echarte agua bendita por encima?
—No, no...Era un señor preguntando cosas que no he entendido.
Después de contarle a Josh toda la conversación y de robarle la mitad de su desayuno porque me daba pereza prepararme otro, nos cambiamos de ropa y salimos de casa.
Cruzamos la calle y ahí estaba la anciana regando las plantas, la cual nos saludó emocionada con la mano al ver cómo nos acercábamos.
—¡Buenos días, pastelitos!— nos reímos, no sabíamos de donde sacaba un apodo distinto para cada día, supongo que eso es lo que hace tener tanto tiempo libre debido a la jubilación.
—¡Buenos días!— dijimos al unísono Josh y yo.
—¿Podemos preguntarle algo?— ella dejó la regadera en el suelo y volvió a hablar emocionada.
—¡Claro, claro!— empezó a andar hasta el interior de su casa y nosotros nos miramos sin saber si seguirla o no. Se giró.— ¡Vamos, venid! —dijo haciendo un gesto con la mano para que fuéramos hasta donde ella estaba.
Había que admitir que nos daba ternura, nos recordaba a nuestras abuelas y se notaba que era un amor de persona.
Entramos a la casa y ella nos hizo sentarnos.
—¿Queréis té? ¿Café? Ya ni sé que bebéis los jóvenes de hoy en día.— dijo soltando una risita, nos reímos un poco y Josh contestó.
—Gracias pero estamos bien así, acabamos de desayunar.
—¿Seguros? ¡Estáis muy delgados! Voy a por unas galletas...— no nos dió tiempo a reaccionar porque ya se había girado para ir a por las galletas.
Tuvimos que esperar hasta que al fin volvió dejando una caja de galletas sobre la mesa.
—G-gracias pero no hacia falta...— dije sonriendo porque como ya dije, nos daba ternura.
—¡Sí que hacía! ¡Ahora a comer y a contarme qué pasa!— abrimos la caja y nos comimos una galleta cada uno, en parte porque ella nos "obligaba" y en parte porque unas galletas vienen bien casi siempre.
—Verá, esta mañana un señor empezó a llamar a la puerta y cuando abrí preguntó "¿Eres Tyler Joseph?", le dije que sí y me dijo que era nuestro vecino pero nunca lo vi y no sé...— me encogí de hombros.— pensamos en venir por si acaso usted sabía quién era. Era más bajo que yo y parecía algo más mayor, tenía el pelo un poco oscuro y la típica barba de unos días.
—A no ser que haya alguien viviendo en mi sótano sin que yo lo sepa no hay ningún otro vecino...— se puso la mano en su cara, tocando su mejilla y parte de su barbilla.— Qué raro lo que me estás diciendo...
—Ya...
Seguimos hablando y "sacando conclusiones" hasta que se hizo tarde y tuvimos que irnos, insistió en regalarnos las galletas y por mucho que nos negamos, al final nos las llevamos.
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