11.

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Lo primero que veo al despertar es un techo.Un techo blanco impoluto.Lo segundo es Hyunggu, con su cabeza recostada junto a mi torso y oscuras ojeras debajo de sus ojos.Su cabello está despeinado, como si hubiera pasado sus dedos a través de éste en varias ocasiones.

Mi mente sigue turbada y mi cabeza se siente pesada, por lo que trato de procesar lo sucedido, recapitulando la noche anterior.Entonces, cuando veo el suero en mi brazo y veo los múltiples cables cruzados por mi torso, lo recuerdo todo.

Estaba hablando con Kino por teléfono.Estaba cantando Be my baby de The Ronettes.Y luego...

Tuve un accidente.

Intento ponerme de pie.Pero al instante cierro mis ojos mientras siento las lágrimas caer.Tomando coraje, vuelvo a abrirlos y desciendo mi vista.

Entonces me quiebro.

Lo siguiente que siento es dolor.Un profundo y punzante dolor latigueando mi cuerpo, cerrando mi garganta.Deseo gritar con todas mis ganas pero lo único que consigue salir de mi boca es un suave sollozo, seguido de otros no tan suaves.Mi pecho se contrae con fuerza y mi garganta se siente rasposa, como si no hubiera tomado agua en siglos.No puedo respirar.Por más que lo intente el aire no ingresa a mis pulmones.

Mi llanto despierta a Hyunggu, quien no tarda en despabilarse y enderezarse en su lugar, encontrándome en medio de lo que creo que es un ataque de pánico.

Pero yo no sé cómo se sienten los ataques de pánico...yo nunca he tenido un ataque de pánico.Lo único que siento ahora es tal presión en el pecho que creo que si no estoy muerta, moriré pronto.Ni siquiera los suaves ojos de Kino consiguen calmarme mientras entrelaza mis temblorosos dedos con los suyos.

—Baby...—Me susurra, viéndose sumamente aliviado y triste a la vez.

Alcanzo a distinguir lágrimas brillando en sus ojos y, viéndolo con los ojos abiertos, alcanzo a detectar lo hinchados que están.Él se ve completamente destrozado, pero yo no consigo gesticular palabra alguna.Lo único que me surge es llorar.Mi mente se sumerge en un vórtice de dolor y de agonía, tal así que a penas siento sus dedos apretando los míos, dejándome sentirlo.

Oh mi Dios, oh mi Dios, oh mi Dios...

—Estás bien, nena.Respira profundo.Estás de vuelta.—Comienza a decirme una y otra vez, besando mis nudillos uno por uno—Respira.Deja entrar el aire.

—No...no...no puedo respirar.

Él se inclina más hacia mí, con el rostro contraído.

—Sí puedes.Puedes respirar.Tus pulmones están más que sanos.Confía en mí e inspira, nena.Hazlo por mí.

Mi cuerpo comienza a hormiguear y tengo una sensación cercana al desmayo.Escucho las palabras que dice Kino pero mi cerebro no logra procesarlo, no logra procesar que mis pulmones están bien y no consigue mandarle la orden de que inspiren.

—Baby...—Vuelve a decir mi nombre, solo que esta vez me asusto porque nunca ha sonado así en sus labios.Lo he escuchado pronunciar mi nombre entre risas, feliz, enojado, exasperado...pero jamás así.Ni una sola vez he escuchado ese tono en su voz al decirlo, un tono que me sabe agridulce y asustado—Mi Baby...

Sollozo nuevamente y él toma mis dos manos, besándolas una y otra vez.Luego sus labios se mueven a mi rostro, el cual se encuentra contraído e inundado en lágrimas.

—Estás bien.Lo prometo, estarás bien.Estás aquí, conmigo.Respira.

Quiero creerle.

Quiero creerle porque es el hombre que amo, mi vida entera, y me jura que estoy bien.

Pero aunque esté consiente nunca me he sentido menos viva, porque sé, sé que él me está mintiendo mientras intento no desviar mi vista hacia mis piernas, atravesadas por clavos y pendiendo de un par de tensores a centímetros de la cama.

Dancing queen » KinoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora