—Bien, Baby...
Miro hacia la ventana.No he dejado de mirar a través del cristal desde hace tres días, cuando me derivaron del hospital a nuestro departamento.Aún no he querido verme al espejo: no quiero ver las suturas que seguramente tuvieron que hacer en mi frente, o los múltiples hematomas a lo largo de mi cuerpo.Simplemente quiero dormir.Estoy en un estado de estupor tan grande que la realidad no parece a travesar la bruma.No, aún no.Porque sé que cuando lo haga eso va a destrozarme y no quiero sentir más dolor.Ya no quiero sentir nada.
Un par de brazos se deslizan por debajo de mi cuerpo, sosteniendo mis delgadas piernas.Entonces, besos húmedos recorren suavemente mis mejillas y la porción descubierta de mi hombro, más allá del suéter blanco tres tallas más grande que llevo puesto.
—¿Baby?—La voz de Kino suena lejana, como acallada por la masa de pensamientos inconexos que surcan mi mente mientras veo a las aves volar desde las copas de los arboles hasta el horizonte.Mi Dios, pienso, como me gustaría ser una de ellas justo ahora—Baby...habla conmigo.
Su tono es paciente, cálido, pero sigo sintiendo un borde de tortura en él.Sus labios besan suavemente mi mejilla y se detienen en ese punto.
—Tu piel está fría.—Lo escucho decir—¿Tienes frío?
¿Realmente sentía frío? ¿Realmente podía sentir algo a estás alturas? Quiero preguntarle qué se supone que deba sentir, qué es lo que se espera de alguien en mi posición en éstos momentos.Sé que no es normal no haber hablado del tema con él desde que recibí la noticia, sé que está preocupado, pero soy incapaz de pronunciar las palabras que sé que calmaran sus nervios.
Continúo mirando la ventana.Entonces lo escucho suspirar y sus brazos se amarran a mi alrededor.
—Te llevaré afuera para que puedas respirar aire fresco, ¿de acuerdo?—Me susurra en el oído, con su suave voz, la cual parece miel derretida pero me duele—Necesitas salir de aquí adentro.No puedes pasar tanto tiempo en la cama.
Él está levantándome cuando hablo, sin siquiera mirarlo.
—¿Hyunggu?—Susurro a través de mis resecos labios.
Sus brazos se tensan, como aguardando mis siguientes palabras.
—¿Si, Baby?—Dice despacio, casi como si temiera que alzar la voz fuera a romper el hechizo y repentinamente me quedara sin voz de nuevo.
—¿Por qué sigues aquí?—No hay emoción en mi voz, pero sé que lo que calienta mis mejillas son las lágrimas—¿Por qué no te has ido cuando te lo he pedido un centenar de veces?
Él guarda silencio como si mis palabras lo hirieran.Entonces, finalmente me levanta y me deposita suavemente en la silla de ruedas, empujándola por el corredor.
—Vamos a tomar algo de aire.—Me dice.
•••
Doy un respingo cuando una cálida mano roza sorpresivamente mi hombro, despertándome de mi sueño.No sé cuanto tiempo he estado observando por la ventana, viendo subir el amanecer, sin conseguir cerrar los ojos ni por un segundo.
—¿Baby?—Una ronca voz resuena a mis espaldas y la calidez del cuerpo de Kino deslizándose a través de las sabanas me quema—¿Estás despierta?
No respondo.Pienso que si no contesto, él creerá que estoy dormida y dejará de hablar.Sin embargo, a pesar de que dejo pasar una eternidad, las sábanas producen el reconocible sonido del roce con la piel y entonces él está elevándose sobre mí.Apoya su codo en el colchón y éste se mueve ligeramente cuando su rostro aparece en el campo de mi visión, atrapándome en mi mentira.
—¿Qué crees que hacen las aves cuando una de sus alas se quiebra?—Susurro antes de que pueda pronunciar palabra alguna con respecto a mi insomnio.
Apoya su cabeza sobre su mano abierta, observándome fijamente.Entonces, una de sus elegantes manos se aproxima a mi enredado cabello y comienza a desanudar con delicadeza los nudos, esperando a que continúe.
—Ellas se alejan del resto del grupo y se dejan morir.—Respondo a mi propia pregunta, con aires distantes—Porque saben que si no pueden volar...entonces su vida está acabada.
Escucho una inhalación por parte de Kino, como si mi declaración le representara un puñal en el corazón.Su pecho desnudo me roza ligeramente cuando se expande para absorber lentamente el aire.Odio lastimarlo pero tengo que sacarlo de mi pecho, tengo que hacerle saber.
—Que bueno que tú no seas un ave.—Me dice entonces.
Mi rostro se gira hacia él, encontrando sus hermosos rasgos de lleno.Sus ojos están ligeramente hinchados debido al sueño y su cabello rubio está despeinado, haciéndolo lucir como una imagen sacada de otro plano.
—¿Qué se supone que haga un ave si no puede volar?—Murmuro con un ligero picor en los ojos—No, ¿qué se supone que haga una bailarina si no puede bailar?
La mano de Kino se detiene y su expresión se profundiza.
—Luchar.Luchar por reconstruir.
—¿Reconstruir qué, Kino?—Suelto en un hilo de voz—¿Qué puede ser reconstruido cuando no queda nada?
—Baby...—Su mano se desliza por mi mejilla—Mientras sigas viva siempre hay algo por lo que luchar.
Mis ojos se dirigen a su rostro y los suyos descienden lentamente hacia mis labios, lo cual me acelera el pulso.Entonces, él se inclina de improvisto pero no para besar mi boca, sino que para depositar un beso exactamente sobre el punto donde reposa mi corazón como si quisiera llenarlo de calidez y fuerza.
Automáticamente un nudo se me forma en la garganta.
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Dancing queen » Kino
FanfictionHay veces en las que tus sueños se vuelven un arma de doble filo: pueden astillarse y clavarse en tu corazón. Esta es la historia de Kino y Baby. ▶ heterosexual. ▶ historia corta. ▶ lenguaje vulgar.